martes, 2 de septiembre de 2014

Cristianos bajo la ley?

Porque todos los que dependen de las obras de la ley
están bajo maldición, pues escrito está:
"Maldito todo aquel que no permaneciere
en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas".
(Gálatas 3:10)

Hace poco pude constatar que muchísimos cristianos permanecen en total confusión respecto al tema de la ley mosaica y si ésta es de cumplimiento parcial o total para los seguidores de Cristo. Y esta es la razón por la cual cientos de cristianos se enredan preguntándose si deben diezmar, guardar cierto día o abstenerse de algunos alimentos.

En estudios anteriores hemos visto que nuestra fe no se basa en obras, pero que éstas son el resultado coherente de nuestra fe. Nuestras obras no producen fe salvadora, pero la fe salvadora sí produce obras. Basamos nuestra fe en lo que creemos, no en lo que hacemos.

Recordemos que, cuando Jesús entregó su vida en la cruz, antes de morir pronunció las palabras: "Consumado es" (Juan 19:30). El término griego para esta palabra es "teléo", una palabra que expresa fuerza y determinación; es el término más contundente que Jesús pudo haber usado en ese momento; significa hacer algo perfección, terminar una tarea de manera perfecta, pagar una deuda completa y definitivamente.

¿Cuál era ese trabajo que Jesús realizó a la perfección culminándolo en la cruz..? ¿Cuál era esa deuda que nuestro Señor se encargó de pagar por nosotros..?

La deuda es el pecado. No en vano la palabra griega usada para deudor puede traducirse igualmente como "delincuente", "culpable", "transgresor" (contra Dios).

Debido a nuestros pecados heredados y propios, nos constituimos en deudores, en transgresores contra Dios imposibilitados por nosotros mismos para poder pagar alguna vez esa deuda y restablecer nuestra condición de hombres libres que han dejado de ser esclavos del pecado. Debido al pecado, nosotros estábamos muertos para Dios. Pero él, en su infinita misericordia hizo los arreglos necesarios para que fuéramos comprados y regresáramos a nuestra condición de hijos de Dios.

Y a vosotros estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz. (Colosenses 2:13-14)

Es importante anotar que Dios no anuló los pecados; Dios anuló el acta de decretos, el documento de la deuda que existía contra nosotros.

Estos decretos eran los de la Ley. Estos decretos eran una barrera infranqueable que se levantaba entre Dios y los que los transgresores, así que esos decretos debían ser quitados del medio para permitir que Dios pudiera dispensarnos misericordia y perdón.

¿Qué es la ley..?
Para poder entender bien el punto anterior, es necesario comprender qué es la ley, bajo qué condiciones se estableció, a quiénes obligaba y qué significado tenía.

Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. (Juan 1:17)

La ley, como nos menciona el evangelista, fue dada mediante Moisés. Comprendía un sistema completo de leyes, juicios, mandamientos, estatutos y ordenanzas que Dios le dio a Israel a través de Moisés, y que se encuentran en los libros de Éxodo, Números, Levítico y Deuteronomio. En las Sagradas Escrituras, a menos que se le añada alguna frase especial que la diferencie, cuando se menciona "la ley", se refiere a ese sistema dado a Israel por medio de Moisés, e incluyen los decretos conocidos como "Diez mandamientos".

Es importante resaltar que la ley fue dada una sola vez, completa y suficiente, mediante Moisés. Ni antes ni después Dios dio la ley a ningún otro hombre. El único mandamiento negativo –antes de la ley- que Dios dio a la humanidad, lo hizo en el jardín del Edén: "No comáis (...) del fruto del árbol que está en medio del huerto" (Génesis 3:1,3)

Debido a que Adán desobedeció este mandamiento, el pecado entró al mundo, y la muerte con él. Sin embargo, antes de Moisés no existía ese documento de la deuda, la ley, que obligaba a su cumplimiento. Ni Abraham, ni Jacob, ni Job ni ningún otro hombre antes de Moisés estuvo obligado a cumplir la ley puesto que ésta no existía. Nadie estaba obligado a diezmar, a guardar el sábado, a hacer efectivas las ordenanzas y juicios, hasta que Dios entregó la ley a Moisés.

Pues antes de la ley había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aún en los que no pecaron a la manera de la trasgresión de Adán. (Romanos 5:13-14)

Pablo nos explica que desde Adán hasta Moisés no existió la ley. Es decir, desde que se cometió el primer pecado hasta Moisés, no existía ese conjunto de leyes, ordenanzas, sacrificios y estatutos que comprendían la ley.

De igual manera, así como antes de Moisés la ley no existía, tampoco después de Moisés se le pudo agregar nada más:

Ahora, pues, oh Israel, escucha los estatutos y los juicios que yo os enseño para que los ejecutéis, a fin de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, el Dios de vuestros padres, os da. No añadiréis nada a la palabra que yo os mando, ni quitaréis nada de ella, para que guardéis los mandamientos del Señor vuestro Dios que yo os mando. (Deuteronomio 4:1-2)

Nada se le podría agregar a la ley ni tampoco se le podía quitar. El sistema de leyes conocido como "la ley" estaba completo y autosuficiente.

¿Por qué es importante enfatizar que la ley es un sistema completo...?

Porque, como dice Deuteronomio, nada podía quitársele ya ni nada podía agregársele. Es decir, quienquiera que se colocaba bajo la ley, estaba obligado a cumplirla toda. No había manera en tratar de cumplir solamente unas cosas mientras que otras no. No había posibilidad de que alguien pudiera decir: "Bueno... a mí me parece que yo debo cumplir con la ley de diezmos pero creo que el asunto de los sacrificios expiatorios no está bien.." Si alguien se colocaba bajo ley –repito- estaba en la obligación de cumplirla toda. Y lo mismo sucede hoy.

Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: "No cometerás adulterio", también ha dicho: "No matarás". Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. (Santiago 2:10-11)

En los tiempos de los apóstoles existían personas –aún existen- que consideraban que debían cumplir algunas partes de la ley mientras que otras no. Santiago afirma contundentemente que si alguien bajo ley falla en un solo punto, se hará transgresor de la ley.

Hay que hacer otra aclaración. La ley era un sistema de leyes, ordenanzas, decretos, mandamientos y juicios que Dios entregó a su pueblo como medio para que éste alcanzara la salvación. Solamente quien cumpliera la ley (en su totalidad, recuérdenlo) alcanzaría la salvación.

Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: "Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas". (Gálatas 3:10)

Solamente quien permaneciera "en todas las cosas", es decir, quien cumpliera toda la ley en todo momento, no caería bajo maldición. ¿Alguien pudo cumplir la ley alguna vez..?

Antes de contestar esta pregunta, es bueno anotar que la ley fue dada solamente a Israel por medio de Moisés. Este sistema de leyes no fue dado a toda la humanidad sino solamente a Israel; nadie más estaba obligado a cumplirlo. Dios nunca ordenó a las naciones gentiles que cumplieran la ley, excepto en algunos casos puntuales donde algún gentil, por voluntad propia, accedía a vivir conforme a la ley de Moisés.

Regresemos a la pregunta inicial: ¿Estamos los cristianos bajo ley..?

Y dejemos que la misma Escritura nos conteste:

Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. (Romanos 6:14)

El escritor inspirado es muy claro. Los cristianos no estamos bajo ley. Estamos bajo gracia. La ley y la gracia se anteponen. Eso quiere decir que una persona no puede estar al mismo tiempo bajo la ley y bajo la gracia. Estando bajo la ley, el pecado se enseñoreará sobre la persona; estando bajo la gracia, el pecado no tendrá poder sobre nosotros.

Con la muerte de Cristo en la cruz, se nos abre otro camino diferente a la ley para obtener nuestra salvación; con el sacrificio expiatorio de nuestro Señor él nos abre el camino de la gracia para alcanzar justicia.

Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. (Romanos 10:4)

Cuando una persona coloca a Cristo como medio para conseguir su salvación, para esa persona la ley ya no es el camino para alcanzar la salvación o justicia. Esto no quiere decir que Cristo haya terminado la ley; es claro que ésta forma parte de la Palabra de Dios; lo que significa es que la ley acaba como medio de conseguir justicia para todo aquel que crea en el Señor.

Y a vosotros estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz. (Colosenses 2:13-14)

Estos decretos, la ley, fueron anulados por Cristo ya que se interponían entre Dios y nosotros, nos eran contrarios, nunca podríamos alcanzar la justicia por este medio. Por medio de la ley jamás podríamos recuperar nuestra condición de hijos de Dios.

Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. (Gálatas 5:18)

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (Romanos 8:14)

Al cotejar estos dos pasajes, entendemos que os verdaderos creyentes, los hijos de Dios, son guiados por el Espíritu de Dios; es precisamente eso lo que los distingue como hijos de Dios. De esta manera, cuando alguien esté guiado por el Espíritu Santo, automáticamente significa que no está bajo la ley.

En otras palabras, como lo muestra un comentarista bíblico: La prueba de ser un verdadero hijo de Dios por la fe en Jesucristo, es que uno sea guiado por el Espíritu de Dios. Si uno es guiado por el Espíritu de Dios, entonces no está bajo la ley. Por lo tanto, es imposible ser un hijo de Dios y, al mismo tiempo, estar bajo la ley".

En otras palabras, quienes están bajo ley, no son hijos de Dios.

Los hijos de Dios, los cristianos, no estamos bajo ley. Eso es clarísimo.

¿Quiere decir esto que la Ley es mala...?

No. De ninguna manera. Pablo dice que "De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno".(Romanos 7:12)

Entre otras cosas, Jesús no vino a derogar la ley, sino a cumplirla:

"No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir" (Mateo 5:17)

Entonces, ¿no es ésta una contradicción..? No, no es una contradicción. Cristo vino a cumplir la ley porque ésta era la única manera de que pudiéramos recuperar nuestra condición de hijos de Dios:

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para redimir a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos. (Gálatas 4:4-5)

Nadie, ningún ser humano ha podido ni podrá cumplir la ley.

Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. (Romanos 3:19-20)

Solamente Jesús pudo cumplir la ley y, de esta manera, nos redimió, nos compró, nos proveyó el camino de la gracia para obtener la salvación.

Como la ley no termina –excepto como medio de obtener justicia (o salvación)- siempre estará abierto el camino para aquellos que deseen alcanzar la eternidad en salvación por medio de la ley.

Dios, conociendo que la ley no podía hacer justos a los hombres, (por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él), lo que pretendió, entre otras cosas, era revelar a la humanidad su condición pecadora. A partir de la ley, el hombre no tenía más excusas para seguir transgrediendo debido a su ignorancia. Su condición pecadora se hizo evidente y con la ley también pudo comprobar su incapacidad para salvarse por sí mismo, mediante las obras de la ley.

Si Dios sabía que ningún ser humano sería justificado delante de él por medio de la ley, ¿por qué dio la ley..?

Primeramente, para revelar el pecado, para hacer que el hombre entendiera que era pecador; conociendo esto, el hombre debía entender que era imposible que se salvara sí mismo tratando de cumplir las obras de la ley puesto que era imposible hacerlo; la ley también sirvió para proteger a Israel encerrándolo mediante el manto protector de la ley con el fin de guardarlo como pueblo de Dios, como ejemplo de los tratos del Creador con la humanidad, gracias a la ley, la gracia de Dios pudo ser manifestada a la humanidad, gracias a la ley, Israel permaneció aislado del resto de pueblos y así se pudo hacer manifiesta la promesa de la fe. Otro propósito de la ley fue el prefigurar a Cristo. Mediante las ceremonias de la ley, y mediante las profecías encontradas en la ley, Dios dio a conocer su plan de salvación. De esta manera, cuando Cristo hizo su aparición en la época de Juan el Bautista, los israelitas pudieron reconocerlo plenamente; quienes tenían dispuestos sus corazones entendieron que la ley los había preparado para recibir al Salvador. Sin embargo, muchos prefirieron seguir dependiendo de sus obras bajo la ley como medio de lograr la salvación, antes de reconocer su incapacidad para ser justos por cuenta propia y entregar su vida agradecida a Cristo.

Hoy sucede los mismo. Sigue siendo extremadamente sorprendente que muchos "cristianos" (que no lo son realmente) sigan tratando de conseguir su salvación mediante sus obras de "ley", tales como diezmar, guardar el sábado, obedecer ciegamente a sus líderes religiosos, etc. Esta clase de "cristianos", sea por ignorancia o por soberbia, están despreciando la provisión salvadora y gratuita de Cristo. Prefieren conseguir ellos mismos, por cuenta propia, lo que será imposible alcanzar alejados de Cristo: la salvación. Aunque suene duro, estas personas en realidad no son "hijos de Dios" ya que siguen estando bajo ley, son esclavos del pecado y condenados a la destrucción debido a su orgullo que les impide reconocer que solamente la misericordia y la gracia de Dios es la que nos puede salvar. En realidad, no son seguidores de Cristo, no son cristianos.

Esta clase de personas, al rechazar la provisión de la gracia, se coloca bajo la ley intentando llegar a la meta mediante sus obras, tal y como hizo Israel.

Mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. ¿Por qué..? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras. (Romanos 9:31-32)

La gracia, empero, no es hacer todo lo que nos plazca. La gracia es dejarnos guiar por el bendito Espíritu Santo hacia el mismo fin de la ley: el amor a Dios y el amor a los hombres, pero por una vía diferente. La gracia comienza aceptando esa provisión mediante lo que la Biblia llama "nacer de nuevo", y cual es la operación milagrosa mediante la cual el Espíritu Santo comienza a obrar dentro de nosotros. Tal operación milagrosa fue anunciada por los profetas del Antiguo Testamento:

Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne. (Eze 36:26)

Esta operación tendría ciertas consecuencias, ciertos cambios, que describe Jeremías:

He aquí, vienen días -declara el Señor- en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, (...) Porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días -declara el Señor-. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. (Jer 31:31, 33)

Ese nuevo pacto prometido, es el pacto de la gracia mediante la fe en Jesucristo. Mediante este pacto, el Espíritu obra desde dentro de cada creyente –al contrario de la ley, que obra desde fuera de la persona, y por tal razón al cristiano se le hace natural andar en los caminos de justicia guiado siempre por el Espíritu.

Cualquier predicador, pastor, maestro, anciano, superintendente, o como sea que quiera llamarse, que no enseñe esta gran verdad a los nuevos creyentes, se hará merecedor del castigo correspondiente. Cualquiera que enseñe que cada creyente debe obedecer a su pastor porque éste es la voz de Dios, está suplantando al Espíritu Santo como guía personal, está convirtiéndose en un impostor que quiere tomar el lugar de Cristo. Cualquiera de estos mal llamados "líderes espirituales" no son más que falsos maestros que tendrán seguro su juicio:

Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. (Col 2:8)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; (1Ti 4:1)

Mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. (2Ti 3:13)

Engañadores y engañados correrán la misma suerte. La única escapatoria es estudiar de manera personal, pidiendo guía el Espíritu Santo, la bendita Palabra de Dios.

Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia..? (Hebreos 10:29)

Una manera de tener por "inmunda" la sangre del pacto, es permitir que su Espíritu no nos guíe y dejar que otros hombres lo hagan. Afrentar contra el Espíritu de gracia es seguir buscando la salvación mediante las obras de ley desechando la gracia.

Ya tenemos la advertencia. Nadie podrá decir que no lo sabía:

Al que oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. (Juan 12:47-48)

Dios nos ha dado su bendita Palabra para que escudriñemos en ella cuál es Su voluntad. La responsabilidad es propia; nadie podrá quejarse y echarle la culpa al pastor o líder por no haberlos guiado hacia las Escrituras. Ellos tendrán su castigo.... pero cada persona que se deje engañar también tendrá su castigo. Jesús lo advirtió:

¡No les hagan caso! Son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo. (Mateo 15:14)

¿Seguirá usted dejándose guiar por hombres que insisten en colocarse como intermediarios entre Dios y la humanidad...? ¿Dejará que ellos sigan asegurando que quienes les desobedezcan, desobedecen al mismo Dios...?

O, por el contrario, ¿permitirá que sea el Espíritu Santo quien lo guíe...? ¿Estará usted dispuesto a obedecer primero a Dios que a los hombres...? ¿Constatará con las Escrituras cada creencia actual y estará dispuesto a cambiarla si ésta no se encuentra aprobada en la Biblia..?

¿Qué hará...?

Dios los ilumine...
Ricardo Puentes M

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