sábado, 23 de enero de 2016

Carta de un estudiante

Extracto de una Carta a un “Estudiante de Divinidades”.

1. He compartido tu ansiedad en cuanto a esto. No sé si lamentarme contigo o felicitarte. – Espero que tu preocupación te traiga beneficios espirituales.
2. Adquirir conocimiento es una cosa buena, pero muchos hombres jóvenes se hacen daño con el conocimiento. Comienzan el seminario con un buen corazón y dejan el seminario mucho peor en el aspecto espiritual, aunque saben mucho más. – Caen de la gloria como Lucifer.
3. Puede que esto no sea culpa del seminario sino el resultado de absorber mucha información en la cabeza sin suficiente gracia en el corazón y sin una profunda experiencia espiritual. Me has dado ánimo al admitir que sientes necesidad de algo más que instrucción académica en tu preparación para el ministerio.
4. No necesitamos entender perfectamente cómo nos ayuda el Espíritu Santo en la preparación y entrega de los sermones. Es difícil trazar una línea entre nuestra parte y la de Él. La mejor práctica es darle a Él todo el crédito por lo que sale bien y aceptar nosotros la culpa por lo que sale mal.
5. Si me preguntas, ¿Cuánta ayuda necesito del Espíritu Santo? La respuesta es: Su ayuda es indispensable y nunca podrás decir que tienes demasiado (Juan 15.5). Si un hombre piensa que el Espíritu Santo es necesario como una mejor opcional, no lo envidio para nada.
6. Si me preguntas, ¿Puede la bendición del Espíritu tomar el lugar de los medios comunes para una buena predicación? I digo: En lo más mínimo. Los medios y la bendición están conectados. No esperes la bendición si no usas los medios.
7. Después del Espíritu Santo lo siguiente que necesitas es diligencia espiritual. Con esto no quiero decir 16 horas cada día en tu estudio, sino el hábito de fortalecer un corazón que ama a Dios, que valora las almas, que no pierde el tiempo y que siente el peso de la eternidad. Sin esto, el tiempo que pases en tu estudio es perdido. Seguirás siendo como las vacas flacas del Faraón (Génesis 41.21) no importa cuántas horas tengas tu nariz metida en tus libros (Salmo 127.2)
8. Obtendrás sabiduría principalmente por medio de la Escritura y la oración – ellos son el pozo de agua viva y el balde para sacarla del pozo. La experiencia muestra que los ministros más eminentes son los que más devotamente se dedican a la oración y al estudio bíblico. La meditación también es muy importante, especialmente sobre la experiencia humana y cómo las Escrituras se relaciones con ella (Proverbios 16.23). Al usar estos medios, dependiendo del Señor y obteniendo experiencia espiritual, tendremos los recursos crecientes que necesitamos para servir como verdaderos ministros de Cristo.
9. Después de la diligencia espiritual, hay un gran potencial de beneficio en los estudios literarios, incluyendo el conocimiento de los lenguajes, la historia, la filosofía natural, etc., siempre y cuando no te llegues a obsesionar con ellos o a envanecer como si lo supieras todo. Mantén una mentalidad espiritual, de lo contrario tus sermones no serán edificantes y serán una oportunidad para lucirte en vez de proclamar el evangelio de Cristo.
10. En lo que respecta a tus estudios futuros, te doy mi consejo.
11. Estudia las Escrituras en sus lenguas originales. Hay una belleza, plenitud y espíritu en ellas que sobrepasa a las mejores traducciones. No hay una traducción que haga siempre la mejor escogencia de palabras, pero recuerda también, que tampoco tus juicios son infalibles. Como un exégeta e intérprete, debes depender del Espíritu Santo y de la experiencia en tu caminar con Dios.
12. La lógica también te ayudará a componer apropiadamente una presentación organizada. Deberás incluir algunas ideas y dejar otras sin mencionar. Arréglalas de tal manera que sea clara e interesante. Pero no te vayas al otro extremo en que tengas miedo de la más pequeña inexactitud de modo que pierdas la libertad y el fuego en tu estudio y en el púlpito. Aprenderás la mejor posición entre estos dos extremos por la experiencia, observación y la oración.
13. Una vez que tengas un bosquejo, cada punto requiere elaboración. Para esto saca de tu conocimiento primario de las almas que te han sido encargadas sin violar la confidencia. Sin duda tratarás de ayudar a toda clase de personas con muy variadas necesidades espirituales. Aprenderás por la experiencia lo que más les ayuda, sea cual sea su condición espiritual. Apóyate constantemente en las Escrituras para sabiduría y entonces, cuando prediques recuerda que los que te escuchan son como tus aconsejados.
14. Recuérdale a los que son tentados y a los desanimados que sus problemas son comunes al pueblo de Dios. Advierte a los apáticos y a los que retroceden con respecto al peligro que corren. Dile a los cristianos más felices que se preparen para los tiempos malos y que se cuiden del orgullo. Predica la ley a los inconversos; úrgeles a buscar a Cristo. Deja que Cristo sea siempre tu tema principal y siempre procura la gloria de Dios y el bien de las almas.
15. Te beneficiarás al escuchar a los mejores predicadores siempre y cuando aprecies las fortalezas particulares de cada uno pero evitando imitarlos indiscriminadamente.
16. Confío en el Señor para la escogencias y administración de los temas mientras ejercito mi mejor juicio ante las circunstancias presentes. Uso otros libros además de la Biblia y una concordancia. Escribo en el estudio y predico sin notas. Lutero decía, “Haber orado bien es haber estudiado bien”
17. Tu principal y más sincero motivo debe ser procurar el avance del Reino de Dios.
18. Nuestro verdadero éxito depende de la espiritualidad de nuestro caminar con Dios y con los hombres. Si hacemos que nuestro mayor interés y deleite tener comunión con Cristo, Él bendecirá y prosperará la obra de nuestras manos.
John Newton
Traducido por Pr. Alexander León.