lunes, 26 de enero de 2015

Pastores adúlteros de nuevo al púlpito ?

El porqué los pastores adúlteros no debieran ser restaurados

Siempre ha existido el debate acerca de que si es apropiado que un pastor o anciano que haya cometido adulterio sea restaurado en su puesto. Para los pastores teólogos Kent Hughes y John Armstrong es muy importante hacer una diferencia entre la restauración al cuerpo de Cristo y la restauración al liderazgo pastoral.

«El verdadero perdón no implica, necesariamente, la restauración al liderazgo», escribió Kenneth Kantzer (editor de una prestigiosa revista cristiana) luego del fracaso moral de varios prominentes líderes cristianos evangélicos. Sin embargo, existe una marcada tendencia a vincular el perdón con la restauración al ministerio. En este artículo dos pastores teólogos hablan de la importancia de separar la restauración al cuerpo de Cristo de la restauración al liderazgo pastoral.

La iglesia se ve seriamente acosada por la pregunta: «¿Qué haremos con un pastor adúltero?» Durante la última década y en forma repetida, la iglesia se ha visto tambalear con revelaciones de conducta inmoral por parte de sus más respetados líderes. ¿Cómo respondemos a quienes han caído sexualmente y han traído desgracia sobre sí mismos, avergonzando a sus familias y deteriorando su liderazgo?

Lo que comúnmente sucede es lo siguiente: El pastor es acusado de un pecado sexual y se le declara culpable. Él confiesa su pecado, por lo general, con profundo pesar. Su iglesia o sus superiores en la denominación a que pertenece prescriben unos meses, o a menudo un año, en que el pastor debe buscar ayuda. Luego es restaurado a su anterior posición de líder, a veces en otra ciudad. Generalmente se le considera un «sanador herido», alguien que ahora sabe lo que significa caer y experimentar la gracia de Dios de manera profunda.

Es cierto que cada situación debe manejarse con sabiduría pastoral, y que algunos pastores que han caído, algún día, podrían ser restaurados al liderazgo. Sin embargo, creemos que esta situación (cada vez más común) no es sólo públicamente incorrecta, sino también profundamente dañina para el bien del pastor caído, para su matrimonio y para la iglesia de Jesucristo. Nuestro Señor Jesús fue tentado en todas las cosas así como nosotros somos tentados. No obstante, lo que lo hizo fuerte fue la tentación en sí, y no el fracaso ante ella. Si no razonamos con claridad, tal vez estemos animando, sutilmente, a la gente a cometer un serio pecado a fin de experimentar más gracia y así poder ministrar de manera más efectiva. Resulta difícil de creer, pero en este contexto hay quienes dicen cosas que implican precisamente esta idea.

El criterio del perdón

Esta perspectiva dice que un pastor arrepentido y perdonado que anteriormente llenaba todos los requisitos para esa posición, sigue llenando esas condiciones en base al perdón de Dios. ¿Cumplía antes los requisitos? ¿Ha confesado su pecado? ¿Lo ha perdonado Dios? Entonces nosotros debemos hacer lo mismo.

Esta lógica parte de la presunción no bíblica de que el perdón de pecados equivale a estar libre de culpa (o al carácter intachable). Dicha característica es la que se pide de los pastores en 1 Timoteo 3.2 y Tito 1.6. Si aceptamos esta premisa, todo lo que Dios pide es que un pastor que ha caído sea perdonado.

Sin embargo, esto confunde el fundamento de nuestra comunión con Cristo con el liderazgo público y el cargo en la iglesia. Nadie dice que el pastor que ha caído no pueda ser perdonado. Nadie debe argumentar que ese pastor no puede ser devuelto a la comunión de la iglesia de Cristo aquí en la tierra. No obstante, perdonar a un pastor que ha caído y restaurarlo como miembro de la iglesia es muy distinto a restablecerlo en su cargo como pastor.

El "criterio del perdón" es inadecuado porque no toma debidamente en cuenta dos hechos. En primer lugar, el adulterio es un pecado muy serio; en segundo lugar, el adulterio de un pastor es un pecado aun más serio.

Hay falsedades repetidas a menudo que a veces llegan a considerarse verdades; por ejemplo, la noción de que básicamente no existe diferencia entre el adulterio mental y el mismo acto de adulterio (ver Mt 5.27–28; Stg 2.10). Por el contrario, hacemos eco a la interpretación histórica de la iglesia, creemos que la codicia, los celos, el orgullo y el odio conducirán al infierno al igual como las manifestaciones externas (adulterio, fornicación, asesinato). Sin embargo, las manifestaciones físicas son pecados más serios debido al daño que producen tanto en el pecador como en la persona contra quien se peca.

El adulterio es un pecado serio precisamente porque infringe el pacto matrimonial. Viola el cuerpo de otra persona. Puede ser causa de divorcio. El adulterio mental no tiene estas consecuencias. La intención que tuvo Jesús en Mateo 5.27–28 no fue reducir el adulterio al nivel de la codicia, sino mostrar que la codicia, al igual que el adulterio, puede destruir el alma.

De la misma manera, comparemos el pecado mental de odiar con el acto de matar (ver Mt 5.21–22). En el primer caso la persona que odia se ve afectada por el odio, pero en la segunda circunstancia alguien muere. ¡Hay diferencia!

Además, la inmensidad del adulterio es evidente en 1 Corintios 6.18–20, donde el apóstol Pablo declara que el pecado sexual es contra el propio cuerpo. El contexto del pasaje demuestra que el pecado sexual está en una categoría propia. Las relaciones sexuales violan la unión hombre/mujer con la cual ellos se vuelven "una sola carne" (Gn 2.24). La profundidad de este lazo, que Dios reconoce como pacto, demuestra cuán dañina es la violación de ese pacto a la luz de la eternidad.

El comentarista Charles Hodge escribió en el siglo pasado que 1 Corintios 6 enseña que la fornicación «es totalmente singular en sus efectos sobre el cuerpo; no tanto en sus efectos físicos sino en sus efectos morales y espirituales». Pablo dice a los corintios que la totalidad del cuerpo y el alma de una persona (es decir la persona toda como ser humano) se ve involucrada en la relación sexual. Como consecuencia, hay grandes daños provocados por este pecado.

Hodge agrega que el adulterio es un pecado contra el propio cuerpo porque es «incompatible... con el propósito de su creación, con su destino inmortal». Cordón Fee, reconocido experto contemporáneo en el Nuevo Testamento, escribe de manera similar: «La particular naturaleza del pecado sexual no está tanto en que uno peca contra uno mismo, sino contra el cuerpo, considerado éste de acuerdo a su lugar en la historia de la redención».

Por otra parte, el adulterio del pastor es un pecado aun más serio. ¿Por qué? Algunos pecados dañan más que otros precisamente debido a la persona que los comete. Como bien dice el Catecismo de Westminster, las personas eminentes por su profesión, dones y cargos son ofensores particularmente serios en vista de la influencia que tienen sobre otros. Esta seriedad adicional se hace realidad en cada caso de los pastores que cometen adulterio. Agreguemos a esto Santiago 3.1, el cual indica que los pastores serán considerados dignos de mayor juicio. Además tenemos un argumento de mucho peso: el adulterio pastoral es un pecado aun más grave que el adulterio en general.

Aunque hoy muchos apelan al criterio del perdón como respuesta compasiva hacia el pastor caído, este criterio no es compasivo ya que no aborda la profundidad de la cuestión.

Pero ¿por qué el adulterio hace que un pastor quede inhabilitado para su cargo?

El criterio de ser irreprensible

En las Epístolas Pastorales hay varias explicaciones directas de los requisitos para el ministerio pastoral. En 1 Timoteo 4.12 vemos un resumen: «...sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza». Tito 1.6 agrega que el anciano debe ser irreprensible. Esta palabra griega significa imposible de asir, inexpugnable. El comentarista William Hendriksen se refiere a esta cualidad diciendo, «los enemigos pueden proferir toda clase de acusaciones, pero cuando se aplican justos métodos de investigación, tales acusaciones resultan sin fundamento».

El adulterio no es el único pecado que inhabilita a un pastor para volver a su cargo, pero es uno de los más visibles y confusos que plagan a la iglesia actual.

Lo que es particularmente penoso en cuanto a este pecado es el abuso de poder que a menudo lo acompaña. Como resultado de la aventura amorosa del pastor, no sólo existe un profundo dolor en él, sino también un dolor aun más intenso en la esposa del pastor. Este, que ha recibido un cargo de honor a través del cual fue llamado a servir a personas vulnerables y que han sufrido abusos, con su proceder ha violado la confianza depositada en él.

El pastor anglicano Michael Peers manifestó: «Es un problema de raíces profundas y sombrías», y a menudo está protegido por los demonios hermanos, «negación y control». Don Posterski declara: «Cuando el poder que tiene el pastor es usado para su gratificación sexual, constituye un abuso sexual de poder».

Nos entristece que tan pocos líderes «caídos» reconozcan el abuso de poder inherente al adulterio pastoral. Y menos aun están dispuestos a hablar sobre la destrucción de la confianza como resultado de sus pecados. Muchos se escudan en conceptos psicoterapéuticos, tales como sanidad y recuperación, razones para volver al ministerio pastoral. Sin embargo, no expresan el genuino reconocimiento de la patología que se manifiesta en el abuso de poder.

El consenso en la historia de la iglesia demuestra con firmeza que el adulterio pastoral hace que el pastor quede descalificado. El historiador luterano Cari A. Volz en su libro Pastoral Life and Practice in the Early Church (Vida y práctica pastoral en la iglesia primitiva) declara, en forma categórica, que la iglesia excluyó del ministerio público a pastores como consecuencia del «desliz moral» y «herejía». Volz señala que la ordenación no protegía a los presbíteros; lo que había sido conferido podía ser quitado. El notable presbítero Hipólito, del segundo siglo, atacó enérgicamente la inmoralidad entre los líderes de la iglesia, e insistió en su inmediata remoción del cargo. El antiguo documento «La enseñanza de los apóstoles», de principios del segundo siglo, expresa que quien había sido ordenado como pastor o presbítero pero luego había desobedecido la Palabra de Dios, debía ser inhabilitado. La razón: tal hombre había mentido al tomar sus votos de lealtad y pureza ante Cristo y su iglesia. Tal quebrantamiento de los votos de ordenación era considerado como una atroz contravención del tercer mandamiento.

Los reformadores protestantes eran de la misma opinión. Juan Calvino prescribió: «A fin de obviar todos los escándalos de conducta será necesaria la disciplina de los pastores... a la cual todos deben someterse. Esto ayudará a asegurar que el pastor sea tratado con respeto y que la palabra de Dios no sea deshonrada ni burlada por la mala fama de los pastores y ancianos. Además, como la disciplina será impuesta a quien la merece, no habrá necesidad de suprimir calumnias ni falso testimonio que injustamente se emita contra inocentes».

Como hemos establecido, el cargo requiere que el pastor o anciano sea sin tacha. No hay duda de que 1 Timoteo 3.1–7 requiere, entre otras cualidades, que los episkopos (o ancianos de la iglesia) sean maridos de una sola mujer. Es decir, hombres de pureza moral cuya esposa es la única con quien tienen relaciones sexuales. Deben ser hombres que guardan el pacto de Dios y mantienen puro el lecho matrimonial (He 13.4). Pablo enfatizó a la iglesia en Éfeso, donde el pecado sexual era común entre los inconversos paganos, que la inmoralidad ni siquiera debía nombrarse en la iglesia (Ef 5.3).

Lo trágico es que al quebrantar el pacto de esta manera, hay un oprobio que perdura en el pastor caído, y esto tendrá consecuencias de largo plazo. El sabio Salomón lo expresó de manera solemne: «Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será borrada» (Pr 6.32–33).

Una de las preguntas problemáticas que a menudo surgen en cuanto a esta cuestión de ser «irreprensible» es la siguiente: ¿Es el conocimiento público del pecado la cuestión principal en cuanto a que el pastor sea irreprensible, o acaso hay algo en la naturaleza de este pecado que hace que el no tener tacha sea un asunto más importante que el conocimiento público? En otras palabras, ¿puede el hombre convertirse en irreprensible yendo a vivir a otra comunidad, a otra iglesia, y empezando otra vez de cero? En el nuevo lugar, se alega a menudo, otros no tendrán conocimiento de su fracaso pasado.

Sin embargo, un cambio de lugar geográfico no disminuirá la culpa porque el pecado causa una desintegración total. Por lo tanto, es probable que salga nuevamente a la luz, como lo explicara Juan Crisóstomo, Obispo de la Iglesia Primitiva del cuarto siglo: «Las fallas del anciano sencillamente no se pueden ocultar. Hasta las más triviales se han de conocer».

Tal vez algunos puedan, eventualmente, volver a su cargo pastoral, quizás después de haber sido ordenados otra vez. Además, no puede probarse exegéticamente que un pastor caído nunca pueda ser restaurado a su cargo. Pero esto no va en contra de lo que entendemos correcto. La pregunta vital que la iglesia enfrenta en nuestro tiempo no es qué podría suceder en casos excepcionales, sino cómo podemos ayudar a la mujer o mujeres contra quienes ha pecado el pastor o anciano. La pregunta también es cómo podemos ministrar a la esposa e hijos del pastor, aquellos contra quienes más se ha pecado en esta caída. La pregunta es qué se puede hacer para preservar a la iglesia espiritual y, moralmente, qué haremos para que el pastor comience el largo proceso de reordenar su vida devastada.

El adulterio prueba que el pastor caído no puede servir con integridad. La cuestión no tiene que ver con ser útil a la iglesia ni con tener dones para predicar. Haber estado guiando al rebaño en santa adoración semana tras semana, predicando la Palabra de Dios como siervo de la iglesia, y al mismo tiempo haber cometido adulterio revela una terrible grieta en el carácter (una grieta tóxica que envenena toda la vida). Un pastor que cayó en adulterio, después de muchos años escribió: «En mi caso, el fracaso moral fue el pecado visible ante la iglesia. Pero para mi vergüenza había muchas otras cuestiones que tal vez eran más odiosas para Dios que aquello que resultaba visible para los hombres. Lleva tiempo quitar estas cosas de raíz y reemplazarlas con características agradables para con Dios».

Hay una severa advertencia en 1 Corintios 9.25–27, donde el apóstol Pablo advierte que la falta de restricción diligente en la carne puede llevarnos a la apostasía. Este peligro debe tomarse en cuenta cuidadosamente al tratar con pastores y ancianos que han caído. Consideremos cuan sutilmente el pecado sexual se infiltra en toda la personalidad. Es posible que las relaciones sexuales ilícitas sean el medio para alimentar el sentimiento de poder de una persona, su necesidad de afecto, la imagen de sí mismo, el sentirse deseado y atractivo al sexo opuesto, el impulso hedonista, o bien todo eso junto, y así advertiremos el peligro. Estamos convencidos de que el permanecer en ministerio público en ciertos casos fomentará un autoengaño más profundo que llevará a los hombres a la ruina eterna.

¿Qué haremos entonces?

El pastor caído que confiesa el pecado, busca la gracia de Dios, y desea permanecer en comunión con la iglesia de Cristo, debe ser recibido y aceptado como cualquier otro cristiano que ha caído. Debe ser perdonado como ordena Jesús (Mi 18.22). Sin embargo, el perdón y la restauración a la comunión de la iglesia no significa que quien antes fue pastor ahora nuevamente llena los requisitos para ese cargo o el de anciano.

La iglesia no debe castigar al hombre que ha caído y se arrepiente. Pero el negarse a que vuelva a su puesto en el ministerio pastoral no es un castigo. Separar de su cargo al pastor que ha caído es honrar el santo estándar de Cristo. Es seguir el sabio consejo y modelos de los líderes a través de los siglos; es proteger al hombre y a su familia. Es guardar a la iglesia, a quien el Gran Pastor ama profundamente.

La Biblia habla de varios líderes prominentes que cayeron, líderes que tuvieron roles significativos aun después del fracaso. Inmediatamente pensamos en Moisés, David y Pedro. Sin embargo, no debemos apurarnos a usar estos tres ejemplos al hablar de pastores que han caído. Reflexionemos sobre varios asuntos de importancia: (1) El pecado de Moisés (homicidio) tuvo lugar 40 años antes de que comenzara su liderazgo, y él pasó prácticamente toda una vida en el desierto luego de su grave caída (2) El pecado de David pudo haber resultado en pena de muerte para cualquier otro. Además, él era un potentado del Medio Oriente que tenía un harén, no un modelo familiar para los pastores del Nuevo Testamento. Recordemos también que su reino y su familia no conocieron paz luego de su bajeza moral; su trono nunca recobró la estabilidad del pasado. (3) El pecado de Pedro fue grave, pero no fue un pecado contra su propio cuerpo (1 Co 6.18), y si bien fue un pecado de su personalidad, no fue el tipo de engaño voluntario y arrogante que es característico del adulterio. Tampoco fue premeditado, prolongado ni repetido a escondidas.

Terminamos con las sabias palabras de un pastor anónimo que cayó y se dirigió a sus colegas caídos: «La cuestión principal es carácter e integridad, que en el caso de ustedes están hechos pedazos. Les ruego que confronten el problema ahora. La gracia de Dios restaura. Hay esperanza. Sin embargo, requiere un proceso, mucho tiempo, y más gracia aun. Confiesen el pecado y dejen su cargo. Sean responsables ante otros hermanos. Busquen la limpieza y la sanidad que necesitan. ¡Háganlo hoy! ¡Háganlo ahora.

R. Kent Hughes es pastor en Illinois, EE. UU., y autor de numerosos libros. John H. Armstrong es director de Ministerios Reforma y Avivamiento, y autor de un libro que desarrolla más detenidamente las ideas presentadas en este artículo.

miércoles, 21 de enero de 2015

Lo que dice la Biblia acerca de la Ordenación Femenina

Aunque la perspectiva histórica enriquece y nos ayuda a entender las inquietudes principales que están asociadas con la lucha por el ministerio femenino ordenado, la pregunta decisiva es: ¿qué dice la biblia sobre este tema? Los argumentos en defensa de la ordenación de la mujer, como vimos, con frecuencia emplean argumentos basados en el avance de la civilización, en la modernización de nuestros tiempos, en el progreso humano, en la creciente participación de la mujer en otras áreas de la sociedad, y no siempre da atención adecuada a los textos bíblicos relevantes.

Aunque en nuestro deseo de seguir la verdad de Dios debemos tomar en cuento los tiempos en que vivimos, como por ejemplo lo que nos enseñan las ciencias de apoyo para la teología como la psicología y la sociología, a fin de cuentas el asunto sólo podrá ser decidida realmente en términos de las Escrituras – por lo menos para las iglesias que se consideran ‘Reformadas’, y que suscriben confesionalmente a la regla de los reformadores: Sola Scriptura. Nuestro propósito en este artículo es señalar y examinar (aunque de manera breve) los pasajes del Nuevo Testamento que no pueden ser ignorados sobre la ordenación de mujeres a los oficios eclesiásticos.

Pasajes del Nuevo Testamento usados paradefender la ordenación de mujeres

Comenzamos esta parte analizando dos pasajes del Nuevo Testamento usados por los defensores de la ordenación femenina como evidencia de que las mujeres deben ser ordenadas al ministerio.

Gálatas 3:28 – ‘La Carta Magna de la humanidad’ 
Este pasaje, aclamado por las feministas como la «Carta Magna de la Humanidad» es, sin duda, el más usado por los defensores de la ordenación femenina:

Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gálatas 3:28).


La interpretación feminista
La interpretación feminista interpreta la expresión «todos vosotros sois uno en Cristo» significando «todos vosotros sois iguales en Cristo». O sea, interpreta «uno» como «iguales». De acuerdo con esta interpretación, el pasaje muestra que están abolidas todas las diferencias en la Iglesia provocadas por raza, posición social o sexo. Todos son iguales. Con la venida de Cristo se acabó la distinción entre judíos y gentiles, entre esclavos y libres, y entre hombres y mujeres; todos son aceptados en la Iglesia, inclusive para ejercer actividades como iguales. En Cristo (así defienden los defensores de la ordenación femenina) volvemos al propósito original de Dios en la creación, que fue la plena igualdad entre hombre y mujer. La subordinación de la mujer al hombre, continúan diciendo, fue el resultado posterior de la caída (Gen. 3:16b), y no era parte de la creación original de Dios. Cristo vino para abolir la maldición impuesta por la caída, y en El todas las dimensiones de la maldición sobre la mujer quedan anuladas. Impedir que las mujeres ejerzan puestos oficiales en la Iglesia, argumentan, sería introducir una distinción basada en el sexo, lo que sería abiertamente contrario a la enseñanza de Pablo en este pasaje.

Dificultades con esta interpretación
La interpretación feminista de Gálatas 3:28 conduce a algunos problemas exegéticos. Primero en cuanto al contexto. Pablo escribe la carta a los gálatas para responder a cuestiones que surgieron sobre la justificación por la fe en Cristo en contraste con las demandas de la ley de Moisés y el papel de la circuncisión, del calendario religioso de los judíos y de las leyes dietéticas. En el capítulo 3 Pablo está exponiendo el papel de la ley de Moisés dentro de la historia de la salvación, que fue el de servir de ayo para conducir a Cristo (Gálatas 3:23-24). Con la venida de Cristo, continúa el apóstol, los de la fe ya no están bajo la ley de Moisés: por el bautismo pertenecen a Cristo (3:25-27). La abolición de las diferencias mencionadas en el versículo bajo estudio (3:28) son en relación a la justificación por la fe. Todos, independiente de su raza, color, posición social y sexo, son recibidos por Dios de la misma manera: por la fe en Cristo. Por tanto, Gálatas 3:28 no está tratando del desempeño de los papeles en la Iglesia o en la familia, sino de nuestra posición delante de Dios. El asunto de Pablo no es las funciones que los hombres y las mujeres desempeñan en la Iglesia de Cristo, sino la posición que todos los que creen disfrutan delante de Dios – esto es, herederos de Abraham e hijos de Dios.

En segundo lugar, Pablo fundamenta la subordinación femenina no solamente en la caída, sino tambiény principalmente en la propia creación (1 Corintios 11:7-10; 1 Timoteo 2:12-15). Cuando Pablo argumenta en favor de la sujeción de la esposa, él parte no de la teología de la caída, sino de la teología de la propia Iglesia, de la relación entre Cristo y su Iglesia, como en Efesios 5:22-24.

Tercero, Pablo no está enseñando en este pasaje – ni en ningún otro pasaje del Nuevo Testamento – que Cristo ya abolió en esta presente época total y plenamente los efectos del pecado y los castigos impuestos por Dios al hombre y la mujer desde la caída. Todavía hay aspectos o dimensiones de la era venidera que aguardan pleno cumplimiento cuando Cristo vuelva. Por ejemplo, Cristo ya reina, pero no todo está sujeto plenamente a él (Heb. 2:8b); ya tenemos la vida eterna, y ya fuimos resucitados con Cristo, más aun no estamos libres de la muerte impuesta por Dios a Adán en Génesis 3:29 (ver 1 Corintios 15:20-28). La nueva creación (ver 2 Cor. 5:17) ya fue inaugurada, pero aún no vemos la presente creación librada de la sujeción a la corrupción (Rom. 8:8-25); Satanás ya fue derrotado conforme a lo prometido en Génesis 3:15, pero aún será destruido (Rom. 16:20). Los creyente ya entraron en el descanso de Dios (Heb. 4:1-13), pero aún no están exentos del trabajo arduo al cual la humanidad fue sometida después de la caída (Gen. 3:17-19). Las mujeres cristianas no están libres de los sufrimientos de parto por estar en Cristo, e igualmente no deben esperar estar exentas de la subordinación que fue determinada en la creación y reforzada en la caída. La plena redención de estas cosas, y las demás que aún afligen a los cristianos hombres y mujeres, ocurrirán plenamente en la parousia, cuando el Señor Jesús trae el Reino de Dios en plenitud.

Por lo tanto, no se puede usar Gálatas 3:28 como fundamento para la ordenación femenina sin que se haga violencia al contexto original, y sin que se ignore la enseñanza de Pablo sobre el cumplimiento aún venidera de la plenitud de las bendiciones de Cristo.

Hechos 2:16-18: Pentecostés y las mujeres
Este pasaje es parte del sermón de Pedro en el día de Pentecostés, donde él cita una profecía del Antiguo Testamento sobre el futuro derramamiento del Espíritu Santo (Joel 2:28-29) para explicar lo que acababa de acontecer consigo y con los demás discípulos de Jesús en Jerusalén cuando el Espíritu Santo vino sobre ellos (Hechos 2:1-4).

Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños;y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, yprofetizarán (Hechos 2:17-18).


La interpretación feminista
Los defensores de la ordenación femenina destacan que Pedro incluye a las hijas y a las siervas, al igual que a los hijos y a los siervos, en la recepción del Espíritu Santo. Y argumentan que no puede haber ninguna distinción en cuanto al servicio a Dios basada en sexo, ya que las mujeres recibieron el mismo Espíritu (y ciertamente los mismos dones) que los hombres, lo cual fue dado para capacitar a la Iglesia para el servicio.
El argumento procede mostrando que en la Iglesia apostólica las mujeres oraban, profetizaban (ver Hechos 21:9, las cuatro hijas de Felipe que eran profetizas), hablaban en lenguas, servían (Rom. 16:1, Febe),
evangelizaban al igual que los hombres. Algunas tenían iglesias reunidas en sus casas (Hechos 12:12). Priscila, por ejemplo llegó a enseñar a Apolos el camino de Dios con más exactitud (Hechos 18:26). Pentecostés, argumentan las feministas, es la abolición de las distinciones de género en la Iglesia, pues al dar a las mujeres el mismo Espíritu que a los hombres, Dios mostró que ellas deben ser admitidas a los mismos niveles de servicio que ellos.

Las dificultadas con la interpretación feminista
Primero, si las mujeres ejercían los mismos ministerios que los hombres en el período de la Iglesia apostólica, ¿por qué no hay ninguna mención en el Nuevo Testamento de apóstolas, presbíteras, pastoras, diaconisas o obispas? ¿Por qué no hay ninguna recomendación de Pablo en cuanto a la ordenación de mujeres, cuando instruyó a Timoteo y Tito sobre la ordenación de presbíteros? Basta una lectura superficial de las calificaciones exigidas por Pablo en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9 para tener la impresión de que el apóstol tenía en menta la ordenación de hombres: el oficial debe ser marido de una sola esposa, gobernar bien su casa y sus hijos (función del hombre en los escritos de Pablo, Efesios 5:22-24).

Segundo, los fenómenos asociados por Pedro con el derramamiento del Espíritu Santo en los últimos días – como profecía, sueños, visiones, los cuales se mencionan como dados a las mujeres – no están ligados en el Nuevo Testamento al puesto de presbítero, pastor o diácono, y por tanto podían ocurrir sin que las personas involucradas (hombre o mujer) fueran ordenadas. Había profetizas en la iglesia apostólica, como las cuatro hijas de Felipe (Hechos 21:9; ver 1 Cor. 11:5), pero no leemos que eran presbíteras, pastoras o diaconisas. Aunque no tenemos registro en el Nuevo Testamento de otras personas que tuvieron sueños o visiones como resultado del derramamiento del Espíritu Santo, no es imposible que haya acontecido; pero en este caso, con certeza, no estaba restringido a pastores y presbíteros. La conclusión es que las manifestaciones carismáticas mencionadas en Hechos 2:17-18 (profecía, sueños, visiones) y extendidas a las hijas y siervas (mujeres creyentes) no exige la ordenación al ministerio de presbítero o diácono de las personas que las reciban.

Tercero, la recepción de los dones del Espíritu Santo (especialmente los dones relacionados con la enseñanza) por parte de las mujeres cristianas no implica que ellas deben ser ordenadas por las iglesias para ejercer tales dones. No se puede demostrar bíblicamente que en la iglesia apostólica las mujeres dotadas con dones de enseñanza y liderazgo fueran ordenadas. Aunque Pablo reconoce que las mujeres podrían profetizar durante los cultos al igual que los hombres, sin embargo les impone una participación diferente en el acto de profetizar, exigiendo que oren y profeticen con la cabeza cubierta, expresión cultural de que estaban bajo autoridad (1 Cor. 11:3-15).

Cuarto, el Nuevo Testamento no enseña que el acceso a los puestos oficiales era basado exclusivamente en la posesión de los dones espirituales, o que las personas espiritualmente dotadas eran necesariamente ordenadas. No parece que esto siempre fuera el caso. Aunque la aptitud de enseñanza (¿don de enseñanza/maestro? ver Rom. 12:7; Ef. 4:11) y la capacidad de gobernar (1 Tim. 3:4-5; ¿don de gobierno? Rom. 12:8) sean requisitos claros en las únicas dos listas que tenemos en el Nuevo Testamento para las calificaciones de los presbíteros y pastores (1 Tim. 3:2; Tito 1:9), no hay evidencia en el Nuevo Testamento que todos los que tenían estas capacidades (o dones) debían ser ordenados.

La interpretación de los dos pasajes examinados arriba muestra que las mujeres tenían un papel importante en el nacimiento y desarrollo de la Iglesia cristiana, pero no muestra que ellas debían ser ordenadas para esto. Encontramos que las mujeres cristianas, junto con los hombres, participaban de la gracia de Dios y los dones del Espíritu sin restricciones. Sin embargo, esto no nos dice nada sobre la ordenación al ministerio.

Pasajes del Nuevo Testamento que ponen restricciones al ministerio femenino
Si los pasajes usados a favor de la ordenación de pastoras, presbíteras y diaconisas no prueban realmente el punto, de otro lado tenemos diversos pasajes que claramente imponen restricciones al ministerio femenino en las iglesias locales.

1 Corintios 11:3-16
Escribiendo a los creyentes de Corinto acerca de cuestiones relacionadas con el culto público, Pablo aborda el problema causado por algunas mujeres que estaban orando, profetizando (y probablemente hablando en lenguas) con la cabeza descubierta, o sea, sin velo, y así contradiciendo la costumbre de las iglesias primitivas (1 Cor. 11:16). Lo que todos los datos indican es que ellas habían entendido que el evangelio había abolido no sólo las diferencias entre raza, sino toda diferencia de función en la Iglesia entre hombres y mujeres creyentes. Por tanto, ellas querían abolir en los cultos públicos el uso del velo, que en la cultura de aquella época era la expresión externa del concepto de la subordinación de la mujer al hombre. Pablo no les niega el derecho de participar en el culto, sino que insiste en que ellas deben hacerlo usando el velo. No usarlo significaba deshonra, indecencia, vergüenza (1 Cor. 11:5,6,14). La enseñanza de Pablo en 1 Corintios 11 es que las mujeres deben participar en el culto preservando la señal de que están bajo la autoridad eclesiástica masculina. La implicación es que si las mujeres deben participar en el culto bajo la autoridad eclesiástica masculina, se sigue que no pueden ejercer esta autoridad; y ya que el ejercicio de autoridad eclesiástica es realizado por medio de personas ordenadas para los oficios eclesiásticos, se sigue que las mujeres no pueden ser ordenadas a estos oficios.

Respuesta a algunas preguntas
Examinemos ahora algunas preguntas que generalmente surgen en contra de la interpretación tradicional del pasaje conforme a la exposición arriba. Nuestra meta es aclarar dudas y rebatir acusaciones infundadas.

1. ¿Cuál es la relación entre lo que Pablo manda sobre el uso del velo en la Iglesia y el asunto de la ordenación de mujeres? Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Respondemos que sí, tiene mucho que ver. Aunque el uso del velo es obviamente una práctica de la cultura oriental, el punto central del pasaje es lo que el velo representaba en aquella cultura. El apóstol está preocupado con la pregunta sobre la autoridad eclesiástica y ¡no con un pedacito de ropa femenina! El se refiere al velo como señal de autoridad. El texto griego original dice literalmente que «la mujer debe traer autoridad sobre su cabeza» (1 Cor. 11:10). Esto es una referencia a lo que el velo representaba en aquella cultura, o sea, que ella tenía la autoridad del hombre, su cabeza, sobre sí (Algunos entienden el texto así: «la autoridad que la mujer tiene». Pero este exégesis hace violencia a todo el contexto, y a la enseñanza del Nuevo Testamento). En otras palabras, aunque Pablo permite que la mujer ore o profetice en el culto público, él requiere que ella debe presentarse de una manera que muestra claramente que está bajo autoridad en el mismo acto de orar o profetizar. Una mujer ordenada ejerce autoridad eclesiástica sobre una congregación en la cual existen hombres. Ella gobierna y enseña con autoridad – sea como pastora o cualquier oficio en la iglesia. Tal posición contradice claramente la enseñanza de Pablo.

2. La enseñanza de Pablo sobre el uso del velo está condicionada por la cultura de su época y no tiene más aplicación hoy. Respondemos que el uso del velo obviamente formaba parte de otra cultura. Sin embargo, el uso del velo representaba estar bajo la autoridad masculina, y esto es un principio permanente para la mujer cristiana de cualquier cultura. Tanto es así, que el argumento de Pablo para fundamentar su posición se basa en principios teológicos e inmutables. Primero Pablo argumenta a partir de la subordinación de Dios Hijo a Dios Padre (1 Cor. 11:3-5). El Padre es la cabeza de Cristo que, por su lado, es cabeza del hombre, y el hombre es cabeza de la mujer. Segundo, Pablo argumenta con base en el relato de la creación en Génesis 2 (1 Cor. 11:8,9). El apóstol inspirado ve en los detalles de la creación una determinación divina en cuanto a los diferentes papeles del hombre y la mujer. La mujer fue creada no sólo del hombre, sino por causa de él. La intención divina debe ser reflejada en el culto público. O sea, la mujer debe participar de forma voluntaria en su condición de subordinación.

3. La palabra ‘cabeza’ no necesariamente significa autoridad, sino fuente, o responsable. Pablo sólo está diciendo que Dios formó a la mujer del hombre. Respondemos que hay varios hechos que militan en contra de que esta interpretación sea la correcta: 1) Estudios exhaustivos hechos en la literatura griega antigua demuestran que ‘cabeza’ en la vasta mayoría de los casos, significa ‘cabeza’ y no ‘fuente’. 2) En el pasaje paralelo de Efesios 5:22,23, el término ‘cabeza’ tiene el sentido claro de ‘tener autoridad sobre’. Lo mismo encontramos en Efesios 1:22. Es en este sentido que Pablo usa el término aquí en 1 Corintios 11:3.

1 Corintios 14:33b-38
Este es otro pasaje de la pluma del apóstol Pablo que es de relevancia para el debate sobre el ministerio femenino ordenado, pues aquí Pablo pone algún tipo de restricción para la participación de las mujeres.
Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quierenaprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en lacongregación (1 Corintios 14:33-35).

El punto principal relacionado con este pasaje es ¿que tipo de restricción le está imponiendo Pablo a las mujeres? Esta restricción no parece ser absoluta en el sentido de reducir a las mujeres al silencio total en los cultos, ya que en 1 Corintios 11:5, Pablo da a entender que ellas podían orar y profetizar en las reuniones siempre que se presentaban de manera apropiada, reflejando que estaban bajo la autoridad masculina. La interpretación que trae menos problemas es la que defiende que Pablo tienen en mente un tipo de ‘habla’ de parte de las mujeres que no implique una posición de autoridad eclesiástica sobre los hombres creyentes. Ellas podían hablar en los cultos, pero no de una forma en que parecían insubordinadas (ver v. 34). En el contexto inmediato Pablo habla de ‘juzgar’ a los profetas en el culto (v. 29), y esto involucra un cierto tipo de cuestionamientos, y posiblemente la corrección de los profetas por la iglesia reunida. Posiblemente Pablo está prohibiendo que las mujeres pregunten o enseñen a los profetas en público (ciertamente habría hombres entre ellos).Si ellas tenía dudas en cuanto a lo que fue dicho por uno
o más profetas, las casadas entre ellas deberían aclararselo en las casas con sus maridos (si eran creyentes, naturalmente, ver vs. 35). Esta prohibición de hablar autoritativamente en las iglesias ciertamente las excluye del ministerio ordenado.

Respuestas a algunas preguntas
Veamos ahora algunas preguntas en conexión con lainterpretación tradicional de este pasaje conforme a lo expuesto arriba.

1. Este pasaje donde Pablo manda el silencio de las mujeres en las iglesias no fue escrito por Pablo, sino por un escribano machista, muchos años después de Pablo, y fue introducido en la biblia. Es una interpolación y no forma parte del texto inspirado. Respondemos que aunque existen algunos problemas textuales en 1 Corintios 14:33-35 (en algunos manuscritos este pasaje aparece en un lugar diferente), sin embargo todos los manuscritos griegos de 1 Corintios que tenemos tienen este pasaje. El que hace este tipo de especulación carga con el deber de probar lo que afirma, o sea, producir un manuscrito de 1 Corintios donde falta este pasaje. Como se desconoce la existencia de tal manuscrito hasta hoy, esta pregunta queda en el campo de las meras especulaciones.

2. Pablo simplemente se contradice: en el capítulo 11 él había afirmado que la mujer podía orar y profetizar en los cultos. Respondemos que aunque dejáramos de lado la doctrina de la inspiración y la inerrancia de las escrituras, aún así esta hipótesis sería altamente improbable que un hombre inteligente, capaz y agudo como Pablo se contradijera en un asunto tan vital para el culto en las iglesias en el corto espacio ¡de dos capítulos! Si en el capítulo 11 Pablo permitía que las mujeres hablaran en culto, se sigue que la prohibición de capítulo 14 debe ser de algún tipo de compartir especial. Conforme a lo que estamos afirmando, la prohibición de Pablo era con respecto a juzgar a los profetas.

3. Pablo está prohibiendo simplemente que las mujeres hablen en lenguas. Respondemos que si esto es el sentido del pasaje, no es patente ni natural. ¿Por qué Pablo prohibiría solamente a las mujeres que hablaran en lenguas? Se debe notar que las indicaciones de Pablo sobre lenguas se terminan en 14:28. Después de esto él trata la cuestión de los profetas en 14:29-33. No tiene mucho sentido que Pablo esté retornando al asunto de hablar en lenguas en 14:34. Sus lectores ciertamente no percibirían esto.

4. Pablo se refiera a las conversaciones durante el culto que interrumpían el servicio divino. Respondemos que este tipo de argumento realmente es machista, porque supone que las mujeres son ¡más ‘hablantines’ que los hombres! ¿Por qué Pablo prohibiría las conversaciones de las mujeres y no de los hombres?

5. La prohibición de Pablo es simplemente cultural, pues en el Oriente era vergonzoso para una mujer hablar en culto. Pablo quería evitar motivos de conflicto y hostilidades sociales que impidieran el avancedel evangelio en Corinto. Nuestra respuesta es que las indicaciones de Pablo están de acuerdo con el espíritu cristiano de todas las demás iglesias, 14:33b. Por lo tanto no es sólo un mandato local para la iglesia en Corinto. Está conforme a la ‘ley’, una referencias no a las leyes griegas (el término ‘ley’ nunca es usado en el Nuevo Testamento en este sentido), sino conforme a las Escrituras, donde claramente enseña la sumisión de la mujer (ver Gen. 3:16; Nm 30:3-13). Y las iglesias de Corinto no debían infringir las costumbres de las demás iglesias o las enseñanzas de los apóstoles (14:36-38). Ellas no era la ‘iglesias madre’, de quienes había salido la Palabra de Dios (14:36). Sus líderes, los profetas y los ‘espirituales’ debían reconocer la autoridad apostólica de Pablo y someterse a su enseñanza en este asunto (14:37-38). Queda claro que Pablo esta estableciendo un principio permanente para las iglesias, y no está ejerciendo una mera jurisprudencia teológica local por escrúpulos misioneros culturales.

1 Timoteo 2:11-15
En su primera carta a Timoteo, su colaborador e hijo en la fe, quien tenía a su cargo la iglesia en Efeso, Pablo hace las siguientes indicaciones en cuanto a las mujeres:

La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; yAdán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia (1 Timoteo 2:11-15).

La interpretación histórica de este pasaje es que el apóstol aquí determina que las mujeres creyentes de Efeso aprendan la doctrina cristiana en silencio, sometiéndose a la autoridad eclesiástica de los que enseñan
– en el contexto, estos son hombres (v. 11). Ellas, por su parte, no tienen permiso para enseñar a los hombres con esta autoridad, ni ejercer autoridad en las iglesias sobre los hombres, sino que debe estar en sumisión y silencio (v. 12). El fundamento que presenta el apóstol es doble: Dios primero formó al hombre y luego la mujer (v. 13). Y ella fue engañada por Satanás y pecó (v. 14). La inferencia obvia es que las mujeres no pueden ser ordenadas al ministerio, pues así estarían contradiciendo claramente lo que Pablo especifica, ya que la ordenación al ministerio dota a la mujer con autoridad eclesiástica para gobernar y enseñar a los hombres. En las cartas pastorales de Pablo, ‘enseñar’ siempre tiene el sentido restringido de instrucción doctrinal autoritativa, hecha con el peso de la autoridad oficial de los pastores y presbíteros (1 Tim. 4:11; 6:2; 5:17).

Notemos que Pablo no está prohibiendo todo y cualquier tipo de enseñanza hecha por las mujeres en la iglesia. Las profetizas en la iglesia apostólica seguramente tenían algo que decirle a los hombres durante el culto. Para el apóstol Pablo, el asunto es el ejercicio de autoridad sobre los hombres, y no la enseñanza. El ministerio didáctico femenino, ejercido con la autoridad que el oficio conlleva, sería una violación de los principios que Pablo percibe en la creación y en la caída.

Respuestas a algunas dudas
Algunos han levantado dudas en cuanto a la interpretación tradicional que hemos dado arriba. Vamos a intentar responder a ellas.

1. Si Pablo está prohibiendoquelas mujeres enseñen,por qué Priscila enseñó a Apolo (Hechos 18:24-26), y había profetizas en las iglesias primitivas? Respondemos que enseñar en el Nuevo Testamento es una actividad bien amplia. El mismo apóstol manda que las mujeres ancianas enseñen a las más jóvenes a amar a sus maridos (Tito 2:3-5). Así, queda claro que Pablo no está ordenando una prohibición general. La enseñanza que Pablo no permite es aquella en que una mujer asume una posición de autoridad eclesiástica sobre el hombre. Esto se torna evidente por el hecho de que Pablo fundamenta su enseñanza en las diferencias con que el hombre y la mujer fueron creados (v. 13), y por la frase ‘dominio sobre el hombre’
(v. 12b).

2. Las indicaciones de Pablo simplemente se refieren a que las mujeres no enseñen a sus esposos, ya que
las palabras usadas por Pablo para ‘hombre’y ‘mujer’ en este pasaje pueden ser traducidas como ‘esposa’ y ‘esposo’. Respondemos que esta traducción no es muy factible. El contexto y la forma en que Pablo construye las frases apuntan en otra dirección. Si Pablo quería referirse a los esposos, habría usado un artículo definido o un pronombre posesivo antes del término ‘hombre’. Si así fuera el caso, quedaría así: «No permito que la mujer enseñe, ni que ejerza dominio sobre su esposo», como lo hace en Efesios 5:22 (ver Col. 3:18). Aparte de estas consideraciones, el contexto claramente trata de hombre y mujer genéricamente (1 Tim. 2:8-9).

1 La crítica moderna ya probó que 1 Timoteo no fue escrita por Pablo sino por un discípulo de él, en el siglo 2, quien tenía tendencias machistas. Respondemos que la crítica moderna no ha presentado resultados tan seguros como se alega. No tenemos espacio aquí para exponer los argumentos a favor del carácter genuino de 1 Timoteo. Nos limitamos a decir que los argumentos presentados en contra de la autoría paulina no son tan convincentes como para abandonar lo que la Iglesia ha aceptado durante siglos. Las diferencias de estilo, algunas diferencias de vocabulario y énfasis doctrinales que se encuentran en 1 Timoteo pueden ser explicado fácilmente de otra forma que negar la autoría de Pablo. No debemos rechazar las implicaciones de 1 Timoteo 2:11-15 para el debate con base en un hipótesis de algunos teólogos liberales en cuanto a la autenticidad de esta carta.

2 Si el mismo Pablo enseña que no hay más condenación para los que están en Cristo (Rom. 8:1), ¿por qué las mujeres creyentes aún tienen que cargar sobre ellas la culpa de Eva? Respondemos que ninguna mujer cristiana lleva la culpa del pecado de Eva (todas nuestras culpas fueron pagadas por el Señor Jesús), pero si lleva las consecuencias de ella. Estas consecuencias son más que la sumisión al marido: incluyen también los dolores de parto y la misma muerte (Gen 3:16, 19). Estos serán quitados solamente en la resurrección de la muerte. Pero aún más, la sumisión de la mujer no fue establecido solamente después de la caída, sino que en la misma creación del hombre y la mujer, como ya vimos ampliamente arriba.

Conclusión
Nuestro análisis de los pasajes más usados para defender la ordenación de la mujer al ministerio demostró que estos no dan apoyo a los objetivos del programa feminista, aunque, ciertamente debemos impulsar y defender el ministerio no-ordenado de la mujer en nuestras iglesias. Por otro lado, nuestro análisis de los pasajes usados como evidencia de que Dios no quería que las mujeres cristianas ministren a los hombres con autoridad eclesial en la iglesia – sea en la enseñanza o el gobierno – mostró que la interpretación tradicional de estos pasajes se encaja en sus contextos, honra la aplicabilidad de los principios bíblicos para nuestros días, y responde satisfactoriamente a las objeciones.
Augustus Nicodemus Lopes

martes, 20 de enero de 2015

16 Cosas que no Creemos Quienes Profesamos las Doctrinas de la Gracia

Quiero refutar rápidamente 16 prejuicios que muchos tienen acerca de los que las profesamos. Espero que este artículo sea útil.

Considero que la gran mayoría de las personas que afirman el TULIP están de acuerdo conmigo si hablo en nombre de ellos y digo que…


1. No creemos que Calvino es más importante que Cristo.

Como dije en el post anterior de la serie, Cristo es nuestro Señor y Calvino fue solo un hombre que enseñó de forma contundente las doctrinas de la gracia en los tiempos de la reforma protestante.

Lamentablemente, vivimos en una época en la cual las etiquetas son un mal necesario y por eso muchas personas que creen en las doctrinas de la gracia dicen ser calvinistas, para identificar qué creen con respecto a varias cosas de las cuales se nos habla en la Biblia. Lo hacen de la misma forma en que hay personas que se hacen llamar “pentecostales”, “bautistas”, “luteranas”, “carismáticas” y etc.

Ciertamente, lo malo de la etiqueta calvinista es que parece fundamentarse sobre la opinión de una persona, cuando en verdad las doctrinas de la gracia se fundamentan en la Biblia y el calvinismo como postura surge del consenso de muchos reformadores sobre lo que muestran las Escrituras. Por eso muchos prefieren llamar a esto doctrina reformada.

Así que, no creemos que Calvino es más importante que Cristo. De hecho, en realidad la mayoría de los calvinistas no están de acuerdo con todo lo que enseñó Calvino en sus libros y sermones sobre diversos temas a parte de las doctrinas de la gracia (¡como yo!), sino que simplemente dicen ser calvinistas como abreviatura de “creo en las doctrinas de la gracia”.

(En lo personal, prefiero ser llamado tulipán aunque suene raro)

2. No creemos que cinco letras pueden encerrar la mente de Dios.

“estas cinco letras no pueden resumir toda la teología reformada y lo que la Biblia enseña”
Aunque hablamos mucho del TULIP, nosotros creemos que estas cinco letras no pueden resumir toda la teología reformada y lo que la Biblia enseña, y mucho menos encerrar la mente de Dios.

Estos cinco puntos son como la punta de un iceberg, desde la cual nos arrojamos hacia abajo, hacia las profundidades de la grandeza de Dios que Él ha revelado para alabanza de Su nombre. O mejor dicho, el TULIP es tan solo el pie de la montaña hacia la cual todo cristiano está llamado a subir una vez que ha entendido que la salvación es solo por fe en Cristo y Su obra. Los cinco puntos son solo el comienzo.

3. No creemos que los arminianos no son cristianos.

Solo creemos que algunos no lo son, de la misma forma en que hay “calvinistas” que no han nacido de nuevo y no son cristianos de verdad. Nuestro mismo Señor Jesucristo enseña que no todas las personas que dicen ser cristianas en realidad lo son (Mateo 7:21). Por eso en la Palabra todos los cristianos somos llamados a examinarnos (2 Corintios. 13:5).

No creemos que para ser salvo necesitas aceptar a Calvino en tu corazón o algo así.

4. No creemos que somos mejores personas que los arminianos.

De hecho, pensamos que ser calvinista y ser orgulloso es una contradicción. Alguien que realmente acepta las doctrinas de la gracia no tiene ningún motivo para sentir orgullo de sí mismo y creerse superior a cualquier otra persona, ya que todo lo que tenemos y sabemos es por pura gracia. Charles Spurgeon explica al respecto:

“Hay algunos que profesan creer en la doctrina de la elección que son tan orgullosos como Lucifer. Pero no es la doctrina de la elección la que los vuelve así; son sus propios corazones perversos los que convierten todo lo bueno en malo. Tales hombres, creo, son más bien fatalistas en su juicio, que creyentes de corazón en el amor de Dios el Padre. La doctrina en sí, si fuera correctamente interpretada, tendería a humillarlos y a mantenerlos humildes”1).

5. No creemos que el ser humano es todo lo malo que podría ser.

La doctrina de la depravación total no significa que el hombre es todo lo malo que podría ser. Significa que todas — de allí viene el total en el nombre de la doctrina — las áreas de la vida del hombre han sido afectadas por el pecado. Por eso algunas personas prefieren referirse a esta doctrina con el nombre “depravación radical” o “corrupción radical”.

6. No creemos que Dios sea el autor del mal o del pecado.

Sólo muy pocas personas que se atreven a decir que son calvinistas creen esa atrocidad y mentira. Creer que Dios es el autor del mal y el pecado no es calvinismo, es anti-calvinismo.

A lo largo de la historia de la iglesia, la amplia mayoría de las personas que abrazan las doctrinas de la gracia han sido enfáticas en aclarar que creen que Dios es soberano sobre todas las cosas sin nunca ser el creador del mal. Un ejemplo de esto lo vemos en la confesión de fe de Westminster:

“Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad, ordeno libre e inalterablemente todo lo que sucede. (Efesios 1:11; Romanos 11:33, 9:15,18; Hebreos 6:17) Sin embargo, lo hizo de tal manera, que Dios ni es autor del pecado (Santiago 1:13,17; 1 Juan 1:5.), ni hace violencia al libre albedrío de sus criaturas, ni quita la libertad ni contingencia de las causas secundarias, sino más bien las establece. (Hechos 2:23; 4:27-28; Mateo 17:12; Juan 19:11; Proverbios 16:33)”2) (énfasis añadido)

7. No creemos que el hombre es un robot sin voluntad propia.

Creemos que el hombre siempre hace lo que quiere hacer, siempre que pueda hacerlo. El problema está en que el hombre es pecador y por eso ama las cosas que debería odiar. Vive inclinado a lo malo y no quiere creer en Jesús porque su corazón está endurecido por el pecado.

También creemos que cuando una persona es nacida de nuevo por el Espíritu Santo ante el evangelio, sus ojos son abiertos, mira la gloria de Cristo en el evangelio y cree para salvación voluntariamente, ejerciendo el don de la fe que Dios le da soberanamente, como consecuencia natural de ver el valor incomparable de Jesús por encima de todo lo demás.

8. No creemos en el fatalismo.

Mucha gente nos acusa de fatalistas, cuando en realidad creemos que somos las personas menos fatalistas en todo el mundo. El fatalismo es creer que todo está dejado al azar o caprichos cósmicos. En cambio, quienes creemos en las doctrinas de la gracia, aunque no tengamos todas las respuestas a todas las preguntas que podemos hacernos en esta vida, creemos que las verdades de la Biblia están arraigadas en el carácter intencional, justo, personal y amoroso del Dios soberano creador nuestro, y que todo lo hace con un propósito bien definido y bueno (cf. Efesios 1:11, Romanos 12:2).

9. No creemos en un dios cruel que sólo elige a algunas personas para que sean salvas.

“Dios da misericordia a algunos y a otros da justicia, pero a ninguno da injusticia”
Creemos en un Dios amoroso que elige a muchos pecadores para que sean salvos aunque Él no debe misericordia a nadie. Eso suena muy confrontante, pero Dios no está obligado a escoger a todos, ya que todo pecador merece la ira de Dios por su maldad. Como bien expresa R.C. Sproul: Dios da misericordia a algunos y a otros da justicia, pero a ninguno da injusticia.

10. No creemos que Dios escoge arbitrariamente a las personas.

Algunas personas piensan que creemos que Dios colocó un montón de nombres en un sombrero, luego metió la mano en la sombrero, sacó algunos nombres y escogió tener misericordia de esas personas. Pero eso no es lo que muestran las doctrinas de la gracia y lo que nosotros en realidad creemos

La doctrina de la elección incondicional enseña que Dios escoge incondicionalmente a quienes serán salvos (no hay nada en nosotros que incline la elección de Dios hacia nosotros), pero eso no significa que Él nos escoge al azar. Él tiene Sus razones en Él. De lo que estamos seguros, es que no tenemos nada de qué jactarnos.

Sabemos que esta verdad es muy incómoda, pero más adelante, durante la serie, trataré de mostrarte un poco de por qué importa tanto.

11. No creemos en un dios que no ama al mundo entero.

Tal vez algunos calvinistas se disgustarán conmigo por decir esto. Creo que este es posiblemente el punto más polémico de los que menciono en este artículo, porque ciertamente hay muchas personas, predicadores y teólogos a lo largo de la historia que han afirmado las doctrinas de la gracia a la vez que han mantenido la creencia de que Dios no tiene ningún tipo de amor por todas las personas, sino que sólo ama a algunos. Esta postura es conocida como alto calvinismo.

Sin embargo, la postura del calvinismo histórico, reflejado en el sínodo de Dort —el cual mencioné en el post anterior cuando hablé un poco de historia— y en la predicación de hombres como el mismo Juan Calvino, Charles Spurgeon, Jonathan Edwards, R.C. Sproul y muchos más, afirma que Dios ama al mundo entero en muchos sentidos. Obviamente no es un amor en todos los sentidos, como el amor que tiene por Su iglesia, pero sigue siendo un amor real y misericordioso hacia la humanidad.

Es por eso que tomo el atrevimiento de aclarar que la mayoría de los calvinistas no creemos que Dios no ame a todas las personas. Creemos que Él ama con sinceridad a todo el mundo en muchos sentidos, y que esto se refleja en que ha dado gracia común a todos: Cada latido del corazón de un pecador es un regalo de misericordia. Dios providencialmente hace salir el sol sobre todos los hombres (Mateo 5:45).

12. No creemos que la gracia de Dios no pueda ser resistida.

Sé que esto suena llamativo por la doctrina de la “gracia irresistible“, pero la verdad es que la gente constantemente está resistiendo la gracia de Dios. Tristemente, todos los días hay millones de personas que rechazan el amor de Cristo.

Sin embargo, creemos que la gracia de Dios es tan poderosa que puede vencer nuestra resistencia natural a ella y es capaz de abrir nuestros ojos espirituales para que veamos con ellos el valor de Cristo y creamos el evangelio. Es a eso a lo que realmente nos referimos cuando hablamos de “gracia irresistible”, o como algunos optan por llamarle para evitar esta confusión, “gracia eficaz” o “llamamiento eficaz”.

13. No creemos que el poder de Jesús para salvar es limitado.

Mucha gente piensa que creemos eso, debido al título de la doctrina “expiación limitada”. Creo que si se hiciera la entrega de un premio a la doctrina con el peor nombre, sin duda alguna lo ganaría la expiación limitada.

Es por eso que muchos calvinistas prefieren llamarla “expiación definitiva” o “redención particular”, también para evitar confusiones.

Creemos que el poder de Jesús para salvar es ilimitado y suficiente para salvar al mundo entero. Pero creemos que Él vino, no para hacer posible la salvación de todo el mundo, sino para efectivamente asegurar la salvación de Sus ovejas. Jesús no falla y de eso hablaré más adelante durante la serie.

14. No creemos que es posible vivir entregados al pecado y aun así ser salvos.

La doctrina en la que creemos es llamada “la perseverancia de los santos”, no “el libertinaje de los santos”. Creemos que cuando una persona vive entregada al pecado, en realidad nunca ha sido salva (1 Juan 3:9).

“Alguien que “pierde su salvación” es alguien que en realidad nunca la tuvo”
Nosotros afirmamos, junto con la Biblia, que una de las pruebas de que una persona ha nacido de nuevo y es salva, es que perseverará en la fe y buscará andar en santidad para la gloria de Dios. Alguien que “pierde su salvación” es alguien que en realidad nunca la tuvo (2 Juan 9).

15. No creemos que es innecesario evangelizar.

Estamos convencidos de que la predicación a toda persona es el medio por el cuál Dios extenderá salvación a todos sus escogidos, así que somos pro-evangelismo.

Creemos que la verdad de la soberanía divina y nuestro llamado a evangelizar van de la mano, lo primero prepara el camino para lo segundo y garantiza su éxito (cf. 2 Timoteo 2:10).

De hecho, las doctrinas de la gracia y el evangelio son nuestro mayor impulso para evangelizar. Si, por ejemplo, no creyéramos que Dios puede vencer la dureza de los corazones de las personas, o si pensáramos que estamos invitando a la gente a iniciar un viaje que nunca terminarán porque seguramente perderán su salvación o que las estamos llamando a un lugar al cual no sabemos si iremos realmente, entonces nuestra predicación fuese una pérdida de tiempo. ¡Y podría seguir dando muchos ejemplos!

No es casualidad que tantos misioneros reconocidos a lo largo de la historia y fieles expositores de la Palabra de Dios hayan tenido un gran celo evangelístico impulsado por las doctrinas de la gracia.

16. No creemos que entendemos todos los misterios de la Biblia.

Hay muchas cosas que son misteriosas para nosotros. Sin embargo, creemos que las doctrinas de la gracia son un camino para conocer más y más los misterios asombrosos que se nos muestran en las páginas de la Biblia y que seguramente entenderemos con mayor plenitud en el cielo.
Josué Barrios

Canciones Cruz-Céntricas

¿Por qué escribir canciones cruz-céntricas?

No sé lo que tú opinas pero a mí me parece que esto es de suma importancia para Dios. Veamos lo que nos dice Colosenses 3:16, “Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en vuestros corazones”.

¿Por qué mantener la palabra de Cristo en nuestras canciones?

Yo he escuchado en los últimos años un sinfín de canciones que proclaman todo excepto la Palabra y la obra redentora de Cristo en la cruz. No hay que entrar en mucho detalle al respecto de las canciones que hoy día están corrompiendo el perfecto evangelio en las iglesias. Pero sí podemos ver el efecto que tienen las canciones cuya letra no expone claramente las buenas nuevas de Cristo. Canciones que no exponen Su santidad, Su misericordia, Su poder para salvar, Su victoria sobre la muerte y el pecado, nuestra adopción por medio de Jesucristo y nuestra respuesta en adoración; entre otras, son canciones que no llevan al arrepentimiento ni a una dependencia total de Dios. ¡Lo único que tiene poder para cambiar corazones es la palabra de Cristo! Por eso es que cantamos sobre el evangelio en nuestras canciones.

Volvemos a la pregunta inicial, ¿por qué escribir canciones cruz-céntricas?

Nosotros vivimos en un mundo caído y, por ende, necesitamos recordarnos constantemente algo que a menudo se nos olvida, el Evangelio. Cuando vienen dificultades nos olvidamos quien es nuestro sustento. Cuando hacemos mal nos sentimos condenados como si el sacrificio de Jesús no fuese suficiente para el perdón de nuestros pecados. Y cuando nos va bien nos olvidamos a quién debemos darle las gracias por nuestra salud, provisión, etc.
Ponemos nuestra fe fácilmente en nuestras obras y en todo lo demás, menos en Jesús. Vuelvo a recalcar que debemos escribir canciones cruz-céntricas porque queremos recordarnos constantemente acerca de la gloria de Dios, Su poder para salvar, Su gracia en nuestras vidas, Sus promesas y también que Jesucristo está por venir a buscarnos.

Si tú escribes canciones para la iglesia, te animo a que pienses en lo que estás haciendo. El evangelio es completo y no hay nada que nosotros le podamos agregar o quitar para hacerlo mejor. Si tú no escribes canciones pero eres el encargado de la dieta de canciones de tu iglesia, esto te aplica a ti también. Las canciones que cantamos forman nuestras creencias y nuestra fe. No cantemos lo que es popular porque está pegando en la radio. No cantemos canciones de aristas famosos porque son conocidas. Cantemos canciones que le den TODA LA GLORIA AL MERECEDOR DE TODA LA GLORIA, JESUCRISTO.

A Dios le importa su pueblo redimido. Por eso nos ordena a que mantengamos la palabra de Cristo central en nuestra adoración. “Que la palabra de Cristo habite en abundancia…”
Mauricio Velarde

viernes, 16 de enero de 2015

La Elección

LA ELECCION

¿Qué es la salvación?

La salvación es la liberación (el rescate) que Dios hace a los que el a predestinado para que sean suyos por medio de Jesucristo, Mateo 20:28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

¿Quiénes serán salvos?

Serán  salvos todos aquellos que han sido predestinados, que han sido escogidos por Dios, todo aquel que es traído por el Padre al Hijo Cristo Jesús y todos los que son de El creeremos en el Hijo para salvación.

Efesios 1:11 (TLA) 11 Por medio de Cristo, Dios nos eligió desde un principio, para que fuéramos suyos y recibiéramos todo lo que él había prometido. Así lo había decidido Dios, quien siempre lleva a cabo sus planes.

Efesios 1:4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,

Juan 6:37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.

¿Cómo serán salvos? ¿Cuál  es la base de la salvación?

Somos salvos (justificados) por medio de Jesucristo; y su sacrificio en la cruz Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo y La base de la salvación es Dios y su Gracia,Efesios 2:5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), Efesios 2:8Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; Tito 2:11  Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,

¿Puede la salvación perderse?

No. No se puede perder.  Porque el sacrificio de Cristo es suficiente y lo suficientemente poderoso, porque si la salvación se pudiera perder seria como decir que la sangre y el sacrificio no fue lo suficiente para  nuestra salvación  Hebreos 10:10  En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

Y sabemos que Dios es fiel y que el cumple lo que promete y él ha dado salvación por medio de su Hijo él es fiel y sabemos que su palabra es verdadera, Isaías 49:7 Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de las naciones, al siervo de los tiranos: Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió. Hebreos 10:23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.

Así que nosotros no podemos perder algo que nosotros no hemos conseguido por nuestras propias fuerzas ha sido un regalo dado y el mismo dador de ese regalo nos mantendrá en El hasta el final Filipenses 1:6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;

La palabra misma nos da la seguridad que si hemos sido redimidos por Jesucristo y le pertenecemos a él no habrá nada ni nadie que nos arrebate de su mano Juan 10:28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Y todos aquellos que alguna vez se llamaron “cristianos” y salieron realmente no perdieron la salvación porque nunca la tuvieron porque por eso mismo salieron para que fuera manifestado que no eran salvos 1 Juan 2:19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.

¿Cuál es la relación de  la salvación y  la elección incondicional? En que Dios rescata por medio de Jesucristo a los que él ya ha elegido. Romanos 8:30 (TLA) 30 A los que él ya había elegido, los llamó; y a los que llamó también los aceptó; y a los que aceptó les dio un lugar de honor.
Kimberly Romero

jueves, 15 de enero de 2015

Decisionismo o Evangelismo ?

Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tú corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. (RV1909).

"Levanta tu mano, si quieres «aceptar a Cristo» en tu corazón... Repite
esto ("oración") después de mí... Eres salvo."
Esto claramente muchos, lo hemos escuchado de miles de "predicadores" que creen que están en sana doctrina pero notamos una fuente errada decisionista muy diferente al modelo bíblico; estos hacen los famosos "llamados al altar". Esto es tan familiar, que en nuestro siglo, lo vemos muy a menudo, y para muchos el método de
hacer llamados al altar a las personas para que estos «acepten a Cristo» como Salvador es tan común y lo consideran bíblico.

Lamentablemente las personas que incurren a este método "evangelístico", no se dan cuenta que están ofreciendo una salvación por obras, ¿porqué digo esto? fácil, por el simple hecho de que vemos
una demanda de un acto (hacer una oración) para ser salvo, claramente esto es salvación por obras, lo peor es que una vez que dicha persona hace la "oración de salvación" el predicador
decisionista lo declara salvo. Todo esto es totalmente contrario al evangelio que predicó Cristo y los apóstoles, "Arrepentíos y creed en el evangelio...", nosotros escrituralmente nunca veremos ningún evento a nivel bíblico donde los apóstoles hagan un llamado al altar
diciendo "vengan acepten a Cristo para que sean salvos" o del mismo Cristo diciendo "acéptame y serás salvo", esto no es el evangelio, es una distorsión del evangelio bíblico.

De todo esto, se debe hablar del máximo expositor del decisionismo, Charles Finney, el predicador estadounidense del siglo XIX, quien adoptó este modo tan extraño de "evangelismo", y aparte aclaro que este fue arminiano, según Finney creyó que iba a tener más conversiones si usaba este método del decisionismo. Finney inició con la enseñanza herética de los llamados al altar, haciendo que las
personas optaran por una decisión, donde según ellos al hacer eso, ya eran salvos y seguían a Cristo; el ministerio de Finney, claramente tuvo miles y muchísimos seguidores y entre esos muchos pseudocristianos (falsos creyentes), si notamos hoy en nuestros días, muchos y miles de personas que hacen la famosa "oración del pecador" creen que porque hicieron tal acto, ya son salvos y puede vivir como se les venga en gana, todo contrario a la verdad del
evangelio.

Ahora bien, nuestro verso de Romanos 10:9 y verso 10 también, los decisionistas se apoyan a estos versos para decirse que son bíblicos, pero, los versos no son tan literales como creen ellos: "Haz una
oración (supuesto confesamiento) y listo eres salvo", desde una perspectiva exégetica, notaremos que los decisionistas mal interpretan estos versículos y los descontextualizan.

Romanos 10:9
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Romanos 10:10
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (RV60).

A partir de estos versículos, y enfatizando en la palabra «confesar», que muchos han tergiversado su significado [en estos versos], los decisionistas-arminianos, a partir de aquí, toman muy literalmente el
acto de confesamiento, sabemos que dicen: « confiesa que Cristo es el Señor y listo eres salvo», y claro también es como decir «has una oración a Dios y listo ya eres salvo»; esto es totalmente incorrecto, yo puedo pasar por la calle, y decirle a alguien, acepte a Cristo, haga una oración y es salvo, pero su vida puede seguir siendo la misma, en algún momento de nuestras vidas hemos notado y visto a personas que han «confesado» que Cristo es el Señor de la boca para afuera y sus vidas son un total desastre; En el griego la idea de estos pasaje de Romanos 10 es muy diferente a la interpretación de los decisionistas; esta claro que muchos pueden
decir:
«Cristo es el Señor...» Y aún no son salvos.

Analizaremos que quiere decir el apóstol Pablo a través de estos versículos, puesto que la idea decisionista está errada en su totalidad y no mantiene base ni fundamento fuerte; Primero que nada según el contexto del pasaje de Romanos 10:9-10, Pablo le està hablando a creyentes personas ya convertidas en el Señor:
Romanos 10:1
Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.
Es clara la palabra «hermanos» en la RV60, asi mismo en el griego notamos la palabra «Αδελφοί», [adelfoí] se refiere a los que son de la fe, a creyentes; No
se está diciendo que los impíos hagan un «confesamiento»;Ahora algo que hay que notar es la palabra «confesar», el verbo griego es «ομολογεω», [omologeo], "omo = mismo; lego = hablar" esta palabra
griega significa: «Declarar abiertamente, confesión profunda de los hechos» [Dicc. Vine], el texto griego de Romanos 10:9 en la versión Stephanus New Testamente (TR1550) sale la palabra griega
«ομολογήσης», [omologísis]; Trd.

"Confiesan", y en Romanos 10:10 es
utilizada la palabra griega «ομολογειται»,
[omologeitai] Trd: "Confiesa"; si entendemos bien:
#1- El contexto y
#2- La palabra griega «omologeo»,
Lo que Pablo nos está dando a entender, es acerca de: «La confesión pública o abierta, de la Fe por medio de Cristo, a lo cual se muestra un testimonio público a través de los hechos vivenciales», algo casi parecido sería:
«Tu testimonio público de fe», por eso si notamos bien se hace mención de la palabra boca: «Confesar Con Tu BOCA», en el Grg. Es «οτοματι», [otomati], Trd. [Boca], pues es un acto público, y es bucal, pero este acto lo hace el creyente genuino solamente, quien es el que
verdaderamente puede decir:

«Confieso que Cristo es el Señor, y creo de todo corazón que Dios le levantó de los muertos, y me salvo, estando muerto en pecados», un impío no puede «confesar» a Cristo verdaderamente hasta que Dios le haya abierto los ojos y vea la hermosura de Cristo, al impío
simplemente hay que decir: "Arrepiéntete y cree en Jesucristo" eso es todo.

Algo que cabe destacar y una objeción de los decisionistas es que estos dirían: "pero Pablo está hablando de que predican el acto de «confesamiento» (Romanos 10:8) así que es válido "aceptar a Cristo"; esto no es así
veamos bien el verso:
Romanos 10:8
Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:
Si cuidadosamente notamos, sabemos que es el seguimiento de los versos 9-10 de Romanos, Pablo dice: "Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Cristo es el Señor... serás salvo.", ahora bien la palabra destacable es «predicamos» puesto que de está palabra los decisionistas sacan su hipótesis de predicar el confesamiento (un desicionismo), la mejor manera de ver esto es ir al griego, de este verso de Rom. 10:8 se usa la palabra «κηρύσσομεν»,
[kerússomen], que significa «Proclamador, heraldo, publicador », o
sea, Pablo lo que quiere decir en este verso desde lo que se ha
expuesto: "...

Esta es la palabra de fe que proclamamos [decimos nosotros públicamente]...", Pablo en parte no está Hablando Del «Evangelio» sino del «acto público de la fe cristiana, hacia los demás», ahora ¿porqué digo que el apóstol no se está refiriendo al Evangelio?

1- Pablo no está hablando del Evangelio, puesto que no sale la palabra griega «ευαγγελίζω», [euangelizo]: {las buenas nuevas},
2- Además si notamos bien Pablo en los versos de Rom. 10:8-10 no hace mención del arrepentimiento y el perdón de pecados a través de la obra de Cristo, sino que Pablo, le habla a creyentes acerca de una confesión de fe pública a como estamos viendo.

En conclusión, la herejía decisionista hoy se ha manifestado de gran manera, que podemos decir que el 90% de las iglesias modernas acuden a esta práctica, es increíble como se ha tergiversado la verdad del Evangelio de Cristo.

No aceptes a Cristo en tu corazón, Cristo no quiere entrar en tu corazón malvado y perverso, solamente arrepiéntete de tus pecados y cree en Cristo y su obra.
Sola Gratia, Sola Fide, Solus Christus.
Gracia y Paz hnos (as).
Egnio Fonseca

lunes, 12 de enero de 2015

El verdadero calvinista: una mente teocéntrica

El calvinismo tiene implicaciones para la persona entera, pero comenzamos con la mente, porque es allí donde la Escritura comienza: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Rom. 12:2a).

Mientras el calvinismo es mucho más que una manera de pensar, no obstante comienza con una mente iluminada con la luz del evangelio.

Lo primordial en la mentalidad calvinista es la gloria de Dios. El teólogo del antiguo Seminario Princeton, B.B. Warfield, afirmó: “El movimiento evangélico se mantiene o cae con el calvinismo”; (es decir, el evangelio de gracia se mantiene o cae con las doctrinas de la gracia). Lo que Warfield mismo quería decir por “calvinismo” es “aquella visión de la majestad de Dios que domina toda la vida y toda la experiencia”. O, por citarlo más extensamente:

Es una profunda aprehensión de Dios en Su majestad, con la dolorosa conciencia que inevitablemente acompaña a esta aprehensión, acerca de la relación mantenida con Dios por la criatura como tal, y particularmente por la criatura pecadora. El calvinista es el hombre que ha visto a Dios, y quien, habiendo visto a Dios en Su gloria, está lleno, por una parte, de un sentido de su propia indignidad para permanecer ante Dios como criatura, y mucho más como pecador, y por otra parte, de un asombro reverentede que, a pesar de todo, este Dios es un Dios que recibe a los pecadores. Aquél que cree en Dios sin reservas y que está decidido dejar que Dios sea Dios para él en todo su pensamiento, sentimiento y voluntad –todo el alcance de las actividades de su vida, intelectuales, morales y espirituales– a través de todas sus relaciones individuales, sociales y religiosas, es, por la fuerza de la más estricta de todas las lógicas que presiden sobre el ámbito de los principios relacionados con el pensamiento y la vida, por la misma necesidad del caso, un calvinista”.

Si el verdadero calvinista es un pecador que ha recibido la gracia de Dios y busca vivir para la gloria de Dios, entonces el profeta Isaías es un perfecto ejemplo del mismo. En Las Implicaciones Prácticas del Calvinismo, Al Martin afirma que Isaías es el relato histórico de cómo Dios “hace a un calvinista”. Para algunos, esta puede parecer una asociación sorprendente. Pero si la esencia del calvinismo es una pasión por la gloria de Dios, entonces difícilmente se puede presentar un mejor ejemplo que el del profeta Isaías:

“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.

Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.

Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.

Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.

Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. (Isaías 6:1–8)

La visión en la que Dios reveló su gloria, majestad, santidad y gracia, cambió toda la vida y el ministerio de Isaías. El profeta fue llevado a donde todo transmite un sentido de la trascendencia de Dios. El cielo es el lugar donde Dios se encuentra más sumamente exaltado. Allí su ropa llena el templo, y allí está rodeado por serafines, literalmente “los que están ardiendo”, quienes, a pesar de su propia gloria, modestamente evitan su mirada y también cubren sus pies como para protegerse ellos mismos de la mayor gloria de Dios. Estos ángeles ofrecen un crescendo de alabanza y adoración a Dios en la hermosura de su santidad. Sus voces truenan, estremeciendo los postes de las puertas del templo celestial. Para añadir al sentido de la trascendencia, todo el lugar se llena de humo, envolviendo la gloria con misterio.

Lo que seguramente es más importante es lo que Dios está haciendo. Dios está sentado en su trono real, reinando desde el lugar de la suprema autoridad real sobre cielos y tierra. Como una mayor demostración de su autoridad divina, el trono mismo es exaltado, es alto y elevado. Lo que Isaías vio, por consiguiente, es una visión de la soberanía de Dios. El Dios entronizado en el cielo es el Dios que gobierna. Desde Su trono Él dicta sus decretos reales, incluyendo Su soberano decreto de la elección, y también ejecuta su plan de salvación, trayendo pecadores a sí mismo por su gracia eficaz y perseverante. Con razón el trono se llama “el trono de gracia” (Heb. 4:16), puesto que toda la gracia definida por las doctrinas de la gracia fluye de este trono celestial.

La visión de Isaías no es simplemente un sueño del pasado: es una realidad presente. Hasta el día de hoy, el Señor de la gloria se sienta en el centro del cielo y recibe la alabanza de innumerables ángeles. El libro del Apocalipsis confirma esto, pues cuando el apóstol Juan visitó la habitación del trono de Dios, él vio lo mismo que Isaías cientos de años antes. Vio al Señor exaltado en su trono celestial, y oyó a las seis criaturas vivientes alrededor del trono diciendo: “Santo, santo, santo es el Señor Dios todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir” (Apo. 4:8). La única diferencia en la visión de Juan es que el Señor que reina se identifica explícitamente como el Cristo: “Vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado” (Apo. 5:6; cf. Heb. 1:3). No solamente está Cristo en el centro del trono, sino que el trono mismo está en el centro del cielo, rodeado por hombres y ángeles que le ofrecen perpetua alabanza.

Dios “hace un calvinista,” trayendo a la persona a la habitación de su trono, para que se postre allí ante su suprema majestad. Como se decía acerca del puritano, “su Dios es su centro”. Dios es el centro, gobernando con poder soberano. El verdadero calvinista lo ha visto, y así mantiene a Dios en el centro de todo lo que hace. Dios está en el centro de su adoración, pues en la verdadera adoración la atención se aparta de las cosas terrenales y se fija reverentemente en Dios y su gloria. Dios también está en el centro del pensamiento del verdadero calvinista. Su objetivo es llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo” (2 Cor. 10:5b), y para este fin su razonamiento comienza y termina con Dios. Su visión de la majestad soberana da forma a toda su visión, llenando su mente con pensamientos de Dios y su gloria, y de esta manera el Dios de gracia se convierte en el centro de toda su vida. Lo que el puritano americano John Winthrop experimentó después de su conversión es el testimonio de cada verdadero calvinista: “Me he familiarizado con el Señor Jesucristo… Cuando salí de viaje, él vino conmigo; cuando regresé, Él vino a casa conmigo. He hablado con Él por el camino, se tendía conmigo y normalmente me levantaba con Él: y tan dulce es su amor para mí, que no he deseado nada, en el cielo o en la tierra, sino a Él”.
Phillip Graham Ryken

viernes, 9 de enero de 2015

Norma para los Pastores: Fidelidad sexual

“La NFL está haciendo un trabajo mejor en ello. CBS está haciendo un mejor trabajo en ello. Kmart está haciendo un mejor trabajo en ello. Prácticamente cada institución en la tierra está demostrando que están haciendo un mejor trabajo en la restauración de las personas que la Iglesia.”. Estas son las palabras de un pastor en desgracia cuyos pecados sexuales hizo los titulares nacionales. Es difícil encontrar un ejemplo más claro de cómo existen las perspectivas mundanas sobre el liderazgo entre los cristianos.

Dios no exige la perfección de los que apacentan a Sus ovejas, sino que insiste en hombres que están por encima de cualquier reproche. El cargo más alto ordenado por Dios exige los más altos estándares de carácter personal.

Y esas normas no son oscuras o misteriosas. La Palabra de Dios es muy clara acerca de las calificaciones de carácter para los líderes de la iglesia.

Un capataz, entonces, debe ser irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar, no dado al vino o belicoso, sino amable, apacible, libre del amor al dinero. (1 Timoteo 3: 2-3; cf. Tito 1: 5-9)

El obispo o anciano debe primero ser intachable en relación con las mujeres. Él debe ser marido de una sola mujer. El texto griego dice literalmente "hombre de una sola mujer." Pablo no se está refiriendo a la situación civil de un líder – ya sea que está casado o soltero. El problema es su comportamiento moral, sexual. Muchos hombres casados ​​con una mujer no son hombre de una sola mujer. Muchos con una sola mujer son infieles a esa esposa. Sin dejar de ser casado con una mujer es loable, no es ninguna indicación o garantía de pureza moral.

¿Por qué este estándar?

Algunos se preguntarán por qué Pablo comienza su lista con este requisito. Lo hace porque es en esta área, por encima de todos las demás, donde los líderes parecen ser más propensos a caer. El hecho de no ser un hombre de una sola mujer ha dejado fuera a más hombres del ministerio que cualquier otro pecado. Por tanto, es motivo de grave preocupación.

Diversas interpretaciones se han ofrecido que evaden el significado de esta norma. Algunos han argumentado que su intención es la de prohibir la poligamia. Un hombre no podría, sin embargo, incluso ser un miembro de la iglesia, y mucho menos un líder, si él era un polígamo. Si eso fuera todo lo que Pablo quiso decir, sería una prohibición innecesaria. Además, la poligamia no era un problema en Éfeso. Era común en la sociedad romana, en parte debido a los encuentros sexuales extramatrimoniales, así como los divorcios, eran fáciles de obtener. Tampoco fue la poligamia una característica de la sociedad judía del primer siglo.

Otros sostienen que Pablo aquí prohíbe volverse a casar después de la muerte de un cónyuge. Como ya se ha señalado, sin embargo, esta norma, como todos los demás, se refiere al carácter moral, no el estado civil. Por otra parte, la Escritura permite y honra los segundos matrimonios, en las circunstancias adecuadas. Pablo esperaba que las viudas jóvenes se volvieran a casar y formar una familia (1 Timoteo 5:14), y las viudas se podría describir como mujeres de un solo hombre (1 Timoteo 5:9). En 1 Corintios 7:39, escribió, “La mujer está ligada mientras el marido vive; pero si el marido muere, está en libertad de casarse con quien desee, sólo que en el Señor.”

Y otros sostienen que esta calificación excluye a los hombres divorciados del liderazgo espiritual. Eso de nuevo ignora el hecho de que Pablo no se refiere aquí al estado civil. Tampoco la Biblia prohíbe todo nuevo matrimonio después de un divorcio. En Mateo 5:31-32 y 19: 9, el Señor permite volver a casarse cuando un divorcio fue causado por adulterio. Pablo dio un segundo caso en el que se permite el nuevo matrimonio, es decir, cuando el cónyuge no creyente inicia el divorcio (1 Corintios 7:15). Mientras que Dios odia a todo el divorcio (Malaquías 2:16), Él es misericordioso a la parte inocente en esas dos situaciones.

Puesto que el nuevo matrimonio en sí mismo no es un pecado, no es necesariamente una mancha en el carácter de un hombre. Si el divorcio se debió a la incapacidad de un hombre para dirigir a su familia (1 Timoteo 3:5), sin embargo, entonces es una descalificación.

Tampoco Pablo tiene la intención de excluir a los hombres solteros del ministerio. Si ese era su punto aquí, se habría descalificado a sí mismo, ya que era soltero (1 Corintios 7: 8).

Un hombre de una sola mujer es un hombre dedicado en su corazón y su mente a la mujer que es su esposa. Él ama, desea y sólo piensa en ella. Mantiene la pureza sexual, tanto en su vida de pensamiento y su conducta. Dicha calificación fue especialmente importante en Éfeso, donde el mal sexual era desenfrenado. Muchos, si no la mayoría, de la congregación habían caído en un momento u otro presa del mal sexual. Si eso fue antes de que un hombre se acercó a Cristo, no era un problema (ver 2 Corintios 5:17). Si sucedió después de su conversión, incluso antes de asumir un papel de liderazgo, eso era un problema. Si sucedió después de asumir un papel de liderazgo, era una descalificación definitiva.

Esas mismas normas se aplican a los hombres en posiciones de liderazgo espiritual hoy. La Escritura deja claro que el pecado sexual es una afrenta que nunca desaparece. Proverbios 6:32-33 dice del adúltero, “El que comete adulterio no tiene entendimiento; destruye su alma el que lo hace. Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta no se borrará.”

Hace algún tiempo escuché el audio profundamente inquietante de un "servicio de reasignación.” Fue un pastor que había sido noticia nacional al confesar a una relación adúltera. El hombre regresaba al ministerio público con la bendición de su iglesia después de poco más de un año de “asesoramiento y rehabilitación.”

Está más allá de ridículo pensar que el permiso de ausencia y algún tipo de asesoramiento de un año puede restaurar una reputación pública de la integridad de una persona que ha malgastado su reputación y ha destruido la confianza de la gente. Trágicamente, esa historia no es un incidente aislado. Las carreteras y caminos evangélicos están bien cubiertas con los equipos de restauración esperando impacientes como conductores de camiones de remolque por el próximo “accidente” de liderazgo.

Al igual que el pastor que cité antes, muchos confunden perdonar a un pecador arrepentido con su restauración al liderazgo. Si bien debemos estar dispuestos a perdonar, el perdón no vuelve a calificar el hombre para el liderazgo. Hay algunos pecados que destruyen irreparablemente la reputación de un hombre y su inhabilitación para un ministerio de liderazgo para siempre. Incluso el apóstol Pablo temía esa posibilidad: “sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado.” (1 Corintios 9:27). Al referirse a su cuerpo, Pablo obviamente tenía la inmoralidad sexual en mente (cf. 1 Corintios 6:18). Era muy consciente de que si él sucumbió a la tentación sexual entonces él también sería descalificado de liderazgo. Hoy en día la iglesia necesita tratar este pecado venenoso con el mismo grado de seriedad. John MacArthur