jueves, 3 de julio de 2014

Rasgos de nuestro carácter

Queremos ver tres razones por las que necesitamos cuidar nuestro carácter.

1. Nuestro testimonio depende de nuestro carácter. "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos." (Mt. 5:14-16)

a "Nuestro testimonio de ser luz en medio de las tinieblas descansa en nuestro carácter"

a "Nuestro testimonio dura lo que nuestro carácter permita que dure, y tenemos la reputación que nuestro carácter permita"

Somos admirados hasta que nos conocen de verdad.

Y esto ha traído tremendas decepciones

2. Nuestra felicidad y la de los que nos rodean dependen de nuestro carácter. "Todos los días del afligido son difíciles; mas el de corazón contento tiene un banquete continuo." (Pr. 15:15)

El carácter que aprende a pasar por encima de las dificultades y gozarse en el Señor será feliz.

a El amargado, el que se enoja, el celoso, es la primera persona infeliz y se hace miserable y se consume a sí mismo.

a Pero también los que me rodean serán tan felices como mi carácter permita. "El ánimo del hombre soportará su enfermedad; Mas ¿quién sorportará al ánimo angustiado?" (Pr. 18:14)

a Ejemplo: Nabal (insensato) y Abigail (1 Sa. 25:3-29)

No se le puede hablar (25:17)

Muchas cosas cambiarían en nuestras vidas si tan solo mejoráramos nuestro carácter.

3. La eficacia de lo que hacemos por el Señor depende de nuestro carácter (Ro. 12:6-21 - dones y virtudes)

a "Nuestros dones de poco o nada sirven si no están respaldados por nuestro carácter"

Podemos ser grandes predicadores y maestros, podemos ser muy serviciales, podemos cantar como los ángeles pero con un carácter insoportable, un carácter que "no hay quien le hable".

De nada sirve estar preparado, ser elocuente, ser experimentado si no lo soporta un carácter manso, humilde, resistente, equilibrado como el Señor Jesucristo lo tenía.

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