miércoles, 9 de julio de 2014

La verdad de Apocalipsis 3:5

(Apocalipsis 3:5) “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.”

Este es un versículo en el que muchos se agarran para defender su postura arminiana de que la salvación se puede perder, pero se equivocan.
En primer lugar, entendamos que hay que hacer una correcta hermenéutica a la hora de analizar, en concreto, este versículo.

Fijémonos que Apocalipsis 3: 1-6, va dirigido en primera instancia a los creyentes profesantes sitos en la ciudad de Sardis. Es el Espíritu el que habla a las iglesias, es decir a las congregaciones, allá donde estén (ver Ap. 3: 6).
Por lo tanto, ese texto, aunque extrapolable a todos los cristianos, va dirigido a los de Sardis primeramente, con todo lo que eso conlleva, y que vamos a ver a continuación:
El versículo (Ap. 3: 5) hay que entenderlo según el sentido histórico en que se dio a conocer, concretamente en relación a Sardis, y que por tanto, tenía que ver con esa ciudad.

Cito directamente a Matthew Henry: “Se alude aquí, lo mismo que en 22: 19 (según el Sinaítico y unos pocos códices unciales)- compárese con 13: 8; 20: 12, 15; 21: 27 – a la descripción personal en los registros de los respectivos municipios; en esos registros se iban añadiendo los nombres de los que nacían o venían a residir en la localidad, y se iban borrando los de los que morían o se marchaban a residir en otro lugar; poco más o menos, como suele hacerse hoy en el censo”.

Jesús les estaba diciendo a los creyentes profesantes de Sardis algo que podían entender muy bien: Así pues, de la misma manera que los habitantes de Sardis que se iban a vivir a otro sitio eran borrados sus nombres del libro del registro de la ciudad, los que profesaban ser creyentes, pero en realidad no lo eran, serían también excluidos del libro de la vida; con la diferencia de que jamás estuvieron sus nombres escritos en ese santo libro, aunque pensaran que sí.

Jesús les estaba diciendo a los creyentes profesantes de Sardis, que sólo los que vencen (Ro. 8: 37), es decir, los verdaderos cristianos, irán a la gloria, y que no iba a ocurrir como con el censo civil aludido, el cual conocían muy bien, de ahí la aseveración del Señor.
Pasemos a analizar esta escritura:

1) “El que venciere…”. En primer lugar, todo verdadero creyente, es más que vencedor por medio de Aquél que nos amó (Ro. 8: 37), por lo tanto, los que han de vencer, según el texto a estudiar, ¡ya han vencido! No se vence por el camino; se es vencedor, y por gracia (Ef. 2: 8, 9). De esa manera, el que es vencedor, es un verdadero cristiano y jamás será un apóstata.

2) “…y no borraré su nombre del libro de la vida…”: Lo que quiere decir, es lo que dice: No borraré el nombre de un cristiano, dice Jesús, del libro de la vida. Conclusión: jamás lo hará de un verdadero cristiano.

Hermanos, es imposible que Dios se equivoque; por tanto, es imposible que Dios escriba en Su libro quien va a salvar, para luego volverse atrás. Dios es Omnisciente y Omnipotente. Además eso es absolutamente contrario al resto de la revelación bíblica.

Acordémonos aquí, que el Señor utiliza esta frase porque los de Sardis lo iban a entender perfectamente… (a diferencia, por lo visto, de muchos cristianos de hoy en día); Si la salvación se pudiera perder, es que jamás se fue salvo. Miguel Rossell

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