jueves, 19 de junio de 2014

Comprendiendo la preocupación

"NO OS ANGUSTIÉIS POR VUESTRA VIDA…” (Mateo 6:25)

Jesús dijo: “No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se angustie, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os angustiáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? No os angustiéis, pues, diciendo: `¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?’, porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas. Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6:24b-34).

Ahora, ¡vuelve al principio y léelo otra vez!
“NO OS ANGUSTIÉIS POR VUESTRA VIDA…” (Mateo 6:25)

¿Por qué te preocupas? Dale vueltas al asunto con detenimiento y verás que probablemente estarás haciendo lo siguiente:

(1) Añadiendo presiones innecesarias
Peter Marshall, capellán del Senado de los Estados Unidos, oró: “Padre, controla nuestros impulsos de tratar de hacer tantas cosas a la vez que quedemos expuestos al cansancio y la impaciencia, que a su vez hacen que nuestro ánimo se desgaste, nos robe la tranquilidad mental, nos nuble el horizonte cuando debería estar despejado y acalle una melodía que quiere brotar del corazón”. Cuando cargas con una presión externa innecesariamente, tratas de “ir al paso” de otros, e intentas reacondicionar a todo el mundo o vivir de acuerdo a sus expectativas, pierdes tu “canción”.

(2) No contando con Dios
Escucha: “La comunión íntima del Señor es con los que lo temen…” (Salmo 25:14). La amistad con Dios se construye compartiendo con Él lo que pasa en tu vida: cada actividad, cada conversación, cada problema y cada pensamiento. Cuando no lo haces, acabas por no ser consciente de su Presencia, ser insensible a su voz, reacio a su corrección, y sin estar sincronizado con su “cronometro”. Ese tipo de vida sólo produce un resultado: preocupación.

(3) Repartiendo la vida entre lo secular y lo sagrado
¡Qué fácil es convencernos de que una parte de la vida está dentro de la esfera de los asuntos de Dios y la otra no! ¡Falso! Escucha: “Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y Él hará derechas tus veredas” (Proverbios 3:5-6). Vivir de cualquier otra manera es vivir una vida llena de dolores de cabeza…

Por todo esto debemos entender que entender la preocupación y el sufrimiento es basico para salir de ellos. No olvides que TODO viene para pasar, y la manera como pasas por estás situaciones hará que crezcan como Dios desea. Lo contrario a preocupación es CONFIANZA, y esta confianza tiene que estar puesta en el lugar correcto, en nuestro caso en nuestro maravilloso Padre Celestial.
Mil Bendiciones!

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