jueves, 24 de abril de 2014

Perseverando en la sana doctrina

¿Cómo podemos perseverar en la sana doctrina?

“La iglesia no necesita tanta teología, sino un evangelio práctico para vivir en las calles.” La anterior pronunciación la escuché de una predicadora de multitudes. Sin caer en la falta de ética, que pueda provocar la crítica, quiero hacer referencia a este aspecto.

Si en realidad no necesitamos la teología como método de estudio bíblico, ¿cómo podemos llegar a la conclusión de un evangelio práctico para enfrentar la vida? Creo que hoy más que nunca la iglesia está siendo llamada a saber lo que cree y cómo expresarlo. La iglesia primitiva, y con ella el apóstol Pablo, hicieron su mayor énfasis en la evangelización y el discipulado.

El llamado de edificar la grey relaciona la necesidad de fundamentar los principios y conceptos clave del evangelio. Es la persona de Jesús como fundamento y referencia de orientación, quien forma a sus discípulos en la misión de la iglesia.[1]

No podemos proponer un nuevo estilo de discipulado cuando Jesús nos manifestó la forma de hacerlo. He conocido jóvenes bien intencionados y con la pasión de vivir el evangelio. Sin embargo, fracasan al instante de aplicar el evangelio. No podemos proponer una forma alternativa de interpretar el evangelio, a causa de que Jesús vivió y se manifestó como el evangelio.

Una de las condiciones que propuso el apóstol Pedro, para elegir un testigo en sucesión de Judas, fue la evidencia de que hubiera permanecido con Jesús.[2] A interpretar, por los acontecimientos del libro de los Hechos de los Apóstoles y las cartas paulinas, el inicio de la misión exigía discípulos comprometidos a permanecer como testigos manifestándose como un testimonio viviente de la persona de Jesucristo a la sociedad que habían sido comisionados a alcanzar.

¿Qué es el tema principal para testificar? Más que un tema de compromiso, la proclamación del reino revela la manifestación de Jesucristo llenando el escenario de la interpretación humana en su muerte y resurrección como mensaje culminante. En tanto que el pueblo de Israel en pleno esperaba la añorada independencia a través de su Mesías, éste les propuso la verdadera solución humana desde la perspectiva de la regeneración divina.

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