martes, 29 de abril de 2014

Integridad

Una vez, el presidente de una firma de gran envergadura me hizo esta confesión: «Tengo un banquero que me mantiene solvente, un abogado que me mantiene dentro de la ley, y un doctor que me mantiene saludable, pero no tengo a nadie que me ayude a evaluar mi condición espiritual». Nunca había pensado en algo semejante a una «auditoría espiritual». Desde ese entonces, me formulo con regularidad doce preguntas:

a. ¿Estoy conforme con la persona en que me estoy convirtiendo? Cada día me acerco más a la persona que finalmente seré. ¿Estoy satisfecho con quien seré?

b. ¿Me estoy haciendo menos religioso y más espiritual? Los fariseos eran religiosos; Cristo es espiritual. Luego de años de participación en la religión organizada, a menudo siento la poca profundidad de dicha experiencia, la restricción de sus reglas, y el hambre por algo verdaderamente espiritual en una relación con Cristo.

c. ¿Reconoce mi familia la autenticidad de mi espiritualidad? Mi familia me ve de manera total. Si estoy creciendo espiritualmente, mi familia lo reconocerá.

d. ¿Tengo la filosofía de «fluir»? Las Escrituras dicen: «El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva». La frescura está en el fluir. Si he sido bendecido con el liderazgo, esa bendición debe fluir de mi vida.

f. ¿Tengo un centro de quietud en mi vida? Todo cristiano debe tener un centro de quietud imperturbable. François Fenelon dijo: «La paz es lo que Dios quiere de ti sin importar lo que esté pasando».

g. ¿He definido mi ministerio? ¿Sé qué puedo hacer de manera efectiva? La necesidad es siempre más grande que lo que cualquier persona puede hacer para satisfacerla; por eso, mi llamado es simplemente manejar la parte de la necesidad que me corresponde satisfacer.

h. ¿Mis oraciones están mejorando mi vida? No puedo evaluar si soy un «hombre de oración», pero sí puedo percibir progresos si los veo en mi vida. Para ello, es bueno preguntarse: «¿Incluyen mis decisiones la oración como parte integral de las mismas?»

i. ¿He mantenido un respeto reverencial genuino hacia Dios? El respeto reverencial sobrecoge; inspira adoración.

j. ¿Es mi humildad genuina? Nada es tan arrogante como la falsa humildad. He aquí dos definiciones de humildad que me gustan: «La humildad es aceptar nuestra fortaleza con gratitud», y «La humildad es no negar el poder que tenemos, sino admitir que el poder viene a través de nosotros, no de nosotros».

k. ¿Es mi alimento espiritual el adecuado para mí? He dejado de llamar «devocional» a mi tiempo de lectura. Ahora lo llamo «un tiempo de alimentación», porque allí es cuando mi alma se alimenta.

l. ¿En asuntos de poca importancia está mi obediencia integrada a mis reflejos? ¿Trato de negociar con Dios o de racionalizar con él? La obediencia determina en gran parte nuestra relación con Cristo luego del nuevo nacimiento.

m. ¿Tengo gozo? Se me ha prometido que tendré gozo. Si la relación con Cristo es correcta, lo tendré.
Desarrollo Cristiano

No hay comentarios:

Publicar un comentario