martes, 14 de octubre de 2014

El verdadero Pentecostés

En mi iglesia estamos empezando una nueva serie de sermones basados en el libro de los Hechos de los Apóstoles. En él, Lucas demuestra lo que la iglesia primitiva hizo del mandamiento de Jesús en Mateo 28: 19-20. Es decir, si queremos saber cómo interpretaron los discípulos de Jesús la Gran Comisión, entonces debemos ir al libro de Hechos para averiguarlo.

Cómo interpretaron los discípulos el mandamiento de hacer discípulos? Vayamos al libro de Hechos. Cómo interpretaron la doctrina del bautismo? Vayamos al libro de Hechos. Cómo interpretaron quienes eran los verdaderos receptores de ésta ordenanza? Vayamos al libro de los Hechos. Qué debe hacer aquel que ha sido salvado por gracia -es decir, hecho un discípulo de Cristo? Vayamos al libro de los Hechos. Para decirlo de otra manera, el libro de los Hechos es la interpretación de los primeros discípulos de Jesús de la Gran Comisión.

Ahora, lo que deseo mostrar en esta entrada, es el grave error pentecostal, pues el pentecostalismo está basado en una pésima interpretación de lo que sucedió en el libro de los Hechos, específicamente en el capítulo 2: Pentecostés!

La Biblia nos dice que la vida cristiana no puede vivirse sin el Espíritu Santo. Es decir, la razón por la cual Dios nos da a Su Espíritu es precisamente para que podamos vivir en obediencia, guardando y poniendo los preceptos de Dios por obra. Esta es la promesa del Nuevo Pacto que Dios juró hacer en favor de Su pueblo (Ezequiel 36: 27).

Por ejemplo, Pablo le dice a los Efesios,

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” Efesios 5: 18

El creyente no debe ser controlado por el vino. A diferencia de los borrachos que no piensan antes de hablar; que pelean porque no pueden controlar sus sentimientos; que hacen maldades por causa del licor; los creyentes deben ser “llenos” por el Espíritu Santo.

El término que emplea Pablo ahí es plerousthe que se dice de algo que difunde, que permea, que se esparce a través de algo hasta tomar posesión o control total de eso. Bueno, lo que Dios le ordena a los creyentes es que deben, literalmente, dejarse controlar por el Espíritu Santo. Es vivienda así, siendo controlados por la tercera persona de la Trinidad que las casadas podrán sujetarse a sus maridos; que los esposos podrán amar a sus esposas como Cristo amó a Su iglesia; que los hijos podrán obedecer a sus padres; que los padres podrán disciplinar a sus hijos en el Señor; y que los siervos podrán obedecer a sus amos. Ese es todo el argumento de Pablo al final de Efesios 5 y principio del capítulo 6: déjense controlar por el Espíritu Santo para vivir la vida que Dios desea que ustedes vivan para Su gloria!

Ahora, antes de ascender a los cielos, el Señor Jesús le dio a Sus discípulos un mandamiento,

19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”

Ellos, los discípulos de Jesús, aquellos que habían escuchado Su voz por gracia, debían hacer discípulos. Cómo? Yendo al mundo predicando el evangelio. Cuando Dios hiciera otros discípulos de Cristo por medio de Su palabra, entonces a ellos debían bautizar y ellos, entonces, debían unirse a la iglesia para ser enseñados en todo lo que el Señor había mandado en Su Palabra.

Sin embargo, el Señor les dijo: “Pero, esto, es imposible para ustedes? Esta Gran Comisión es imposible hacerla en sus propias fuerzas! Ustedes necesitan del poder de Dios!” De hecho, Sus palabras exactas fueron, “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 15:26).

Y esto ocurrió en Pentecostés. Ese fue el cumplimiento de esas palabras del Señor para Sus discípulos. De hecho, antes de Su ascensión, el Señor les dijo, “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

En mis palabras: “Recuerdan lo que les había prometido? Recuerdan la Gran Comisión? Bueno, el Espíritu Santo es la promesa para darles el poder, la capacidad, la habilidad, para cumplir la Gran Comisión!“

Pero, Jesús es mucho más específico con respecto a la finalidad de darle el Espíritu Santo a Sus discípulos. Él les dijo, “y me seréis testigos…” En el original es la frase, “μου μαρτυρες,” que literalmente quiere decir, “seréis testigos de mí.” Lo que el Señor les estaba afirmando a los Suyos es que ellos recibirían al Espíritu Santo con el fin de tener el poder de ir por el mundo hablando de Jesús!

Y esto es precisamente lo que vemos en el libro de los Hechos. La Gran Comisión trata de hacer discípulos de Cristo hablándoles a los hombres de Jesús. Ellos necesitan escuchar acerca de su condición delante de Dios, acerca de su estado espiritual, y acerca de el único camino, la única verdad, y el único que puede darle vida a un pecador como nosotros. Los hombres necesitan escuchar acerca de Jesús! Y el Espíritu Santo nos es dado con ese fin! Para que por medio de Su poder, le prediquemos a los hombres acerca de Cristo, para que Dios haga discípulos, ellos sean bautizados y agregados a Su iglesia para seguir una vida de continuo aprendizaje de Cristo.

Ahora, el grave error pentecostal es que ellos han tergiversado las palabras de Jesús en Hechos 1:8. En su teología lo que el Señor dijo fue, “y recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, para hacer milagros, hablar en lenguas, profetizar, y sanar en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” No es esto, dicen ellos, lo que vemos en el libro de Hechos, especialmente en Pentecostés?

Y la respuesta es no!

El Espíritu Santo es Dios, sin embargo, en la obra de la Redención obra como un faro. Los faros en la playa actúan como guías; como aquello que enfoca lo que a simple vista no se puede ver. Bueno, el Espíritu Santo actúa como el faro que ilumina en la mente de los hombres al Salvador Jesucristo.

En la teología pentecostal el Espíritu Santo se ilumina a Sí mismo. Él busca ser visto y anhelado por los hombres. Pero, eso no es lo que la Biblia dice que Él hace. El Espíritu Santo busca que los hombres conozcan a Jesús. “Seréis testigos de Mí,” o “daréis testimonio de Mí.” Ese es el propósito por el cual nos fue dado. No para hacer alarde de los dones que Él nos da, sino para hacer alarde de Cristo, nuestro Señor.

Y esto es lo que vemos especialmente en Pentecostés! Qué fue lo que hicieron los apóstoles cuando recibieron al Espíritu Santo? Responde el pentecostal: Hablar en lenguas? Pues sí!Pero, cuál fue el fin del don de lenguas? En Hechos 2: 11, “les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.” Literalmente, “las poderosas obras de Dios.” Ciertamente el Antiguo Testamento da testimonio de las poderosas obras de Dios: dividió el Mar; derribó murallas; trajo un diluvio, etc. Pero, la obra más poderosa de Dios es la que ha hecho en Cristo Jesús en favor de Su pueblo: la nueva creación!

La más grande y poderosa obra de Dios en el Antiguo Testamento fue la creación del universo. Los sacerdotes de Faraón pudieron imitar algunas de las maravillas hechas por Moisés. Sin embargo, la creación del universo no tiene igual! Nadie ha podido crear algo de la nada, con el poder de su palabra. Sólo Dios pudo y puede hacer tal maravilla.

Pues bien, la obra más poderosa que Dios ha hecho en Cristo Jesús por los hombres es la nueva creación. Es por medio de Cristo que Él le da vida a los muertos; es por medio de Cristo que Él le crea vida donde no la había; es por medio de Cristo que Él trae luz donde sólo habían tinieblas!

Y el Espíritu Santo les fue dado a los discípulos, no para hablar en lenguas o para profetizar, sino para dar testimonio de Cristo, por medio de quien Dios manifiesta todo Su poder en la nueva creación!

Cuál es la evidencia? Todo el resto del libro de los Hechos!

Pero, si el pentecostal no desea leer todo el libro, pues que lea lo que sigue inmediatamente después de Pentecostés. Qué hizo Pedro! Se dedicó a hacer alarde del don de lenguas? Se dedicó a hacer alarde del don de hacer milagros? No! Pedro se puso de pie y predicó el primer sermón en la historia de la iglesia cristiana, y predicó un mensaje totalmente Cristocéntrico. La finalidad de Pedro no fue dar testimonio de los dones que el Espíritu Santo le había dado, sino dar testimonio de Cristo!

Los dones extraordinarios no sirven para convertir a los hombres! Jesús hizo muchos milagros y miles de personas que le vieron continuaron en su incredulidad. En la parábola del rico y Lázaro el mismo Jesús afirma que los milagros no sirven para traer fe al corazón de un pecador. “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Lucas 16:31).

El Espíritu Santo les fue dado en Pentecostés para que ellos cumplieran el propósito de Cristo en Hechos 1:8, es decir, que fueran testigos de Él; que dieran testimonio a los hombres de Él. Es a Él a quien deben conocer si van a ser salvos; es a Él a quien deben conocer si van a experimentar la poderosa obra divina en su corazón!

Y noten que fue después de haber escuchado a Pedro predicar que ellos dijeron, “Varones hermanos, qué haremos?” No fueron los milagros, no fueron las lenguas lo que llevó a estos hombres al arrepentimiento y a la fe. Sino que fue la predicación Cristocéntrica de Pedro.

El grave error pentecostal es creer que el fin del regalo del Espíritu Santo es para hacer alarde de los dones espirituales. Es por ello que cuando van a estas grandes crusadas de milagros ni siquiera se puede escuchar el evangelio. Es por eso que nunca se logra escuchar de Cristo, ni de la obra más poderosa de Dios en favor de los hombres en Cristo. Su error de interpretación los lleva a alejar a los hombres de Aquel que los puede salvar; los lleva a alejar a los hombres del arrepentimiento y de la fe que es para salvación.

Qué no seamos nosotros así. Qué comprendamos que Dios ha dispuesto darnos al Espíritu Santo, para iluminar a Cristo, con el fin de manifestar el poder de Dios en la salvación de pecadores, para que el Dios trino sea glorificado por todos.

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