viernes, 29 de agosto de 2014

La Doctrina del Arrepentimiento

Para entender la doctrina del arrepentimiento es necesario definir la palabra arrepentimiento en su contexto bíblico. Arrepentimiento quiere decir un cambio de mente que resulta en un cambio de acción. Hay tres verdades esenciales que la Biblia enseña acerca del arrepentimiento:

En primer lugar, el arrepentimiento es un don de Dios. Dios da el arrepentimiento. El hombre no se arrepiente por su propia cuenta, Dios le concede el arrepentimiento. Hechos 5:31 dice: “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”. El hombre no puede hacer absolutamente nada para poder ser salvo. Por gracia Dios le concede al hombre en pecado arrepentimiento cuando cree el evangelio.
Cuando Pedro le compartió a los apóstoles como Cornelio y los de su casa habían sido salvos, ellos dijeron, “También a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida” (Hechos 11:18) Dios le da el arrepentimiento al hombre por obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo convence al hombre de su pecado para que se pueda arrepentir (Juan 16:8). Dios es bueno y misericordioso y con cuerdas de amor El guía al hombre al arrepentimiento (Romanos. 2:4). A la vez Dios le concede arrepentimiento al hombre que está dispuesto a cambiar. Cuando Pedro predicó en el día de Pentecostés, los judíos que le escucharon dijeron, “¿Qué haremos?”, ellos expresaron su deseo de cambiar, por lo cuall Pedro les contestó, “arrepentíos”. Dios les concedió el arrepentimiento y fueron salvos por su deseo y disposición de cambiar.
Por lo cual, todo hombre que se arrepiente es por obra de Dios; es por la gracia de Dios.

En segundo lugar, el arrepentimiento no es una obra, pero resulta en la obra de la conversion. La conversión es el fruto del arrepentimiento. Juan el Bautista le decía al pueblo “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento”. (Mateo.3:8).
El apóstol Pablo lo expresó en esta manera, “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”. (II Corintios. 5:17). En otras palabras, un hombre arrepentido ya no practica el pecado (I Juan 3:4-9). El arrepentimiento es un don de Dios, que resulta en una obra, que es la conversión.
El sentirse mal por el pecado no es arrepentimiento. Todo pecado en nuestra vida nos hace apartarnos de Dios, por lo tal, el arrepentimiento Bíblico es voltear la espalda al pecado y volverse a Dios. (Joel 12:12-13). El arrepentimiento que es según Dios produce cambios, y esos cambios los encontramos en II Cor. 7:11 Dice: (Que solicitud), o sea, ahora que hay arrepentimiento hay cuidado especial de no volver a caer en pecado. Hay un cambio de postura hacia el pecado, (Que defensa), no defiende ni justifica el pecado, defiende la justicia y santidad de Dios. No se siente orgulloso de su pecado, se aborrece por causa de su pecado. (Que indignación”).

También hay un cambio de actitud hacia Dios, (Que temor), temor de apartarse de Dios, temor del castigo de Dios. El arrepentimiento cambia los deseos (ardiente afecto), ya no desea su pecado, desea a Dios, desea un corazón limpio y el gozo del Señor. El fruto del arrepentimiento es un celo nuevo por las cosas de Dios (Que celo); Un celo vivo por Dios, Su Palabra, Sus caminos y por Su gloria. Que victoria, (que vindicación), cuando el arrepentimiento produce un cambio total.

En último lugar, el arrepentimiento es necesario para salvación. Bíblicamente el arrepentimiento y la fe son inseparables. En su discurso a los ancianos de Efeso, Pablo les dijo: “Testificando… acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. (Hechos. 20:21) Cuando una persona cree en Jesús como su Salvador esa persona se ha arrepentido. Cuando una persona se arrepiente para con Dios es por que cree en el Señor Jesucristo. Cuando Jesús predicaba le decía a la gente, “arrepentíos y creed en el evangelio”, porque no puede haber fe sin arrepentimiento y no puede haber arrepentimiento sin fe para salvación (Marcos.1:15).

La salvación es por fe y no por obras. Dice Efesios 2:8, “porque por gracia sois salvos, por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. Tal como el arrepentimiento es un don de Dios, también la fe es un don de Dios. Cuando Dios le concede arrepentimiento a un hombre, El a la vez le da la fe para salvación; y cuando Dios le da fe a un hombre El le concede el arrepentimiento. Además, cuando Pedro le dijo a los judíos que se arrepintiesen para perdón de pecados, no estaba excluyendo la necesidad de creer y cuando Pablo le dijo al carcelero “cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”, no estaba excluyendo la necesidad del arrepentimiento. Cuando la Palabra de Dios habla de fe para salvación está incluyendo el arrepentimiento.

Dios manda a todos los hombres en todo lugar a que se arrepientan, porque El quiere que todos los hombres sean salvos; quiere que los salvos tengan frutos de arrepentimiento porque quiere usar sus vidas y llenarlos de Sus bendiciones eternas.
El arrepentimiento es una de las doctrinas fundamentales de la fe cristiana. (Hebreos 6:1).

El arrepentimiento es una doctrina que las Sagradas Escrituras claramente enseña. Por ejemplo, Jesucristo enseñó el arrepentimiento. De acuerdo al evangelio de Marcos, El comenzó su ministerio en Galilea predicando arrepentimiento. Jesús les decía al pueblo: “el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio” (Marcos.1:15). En otra ocasión Jesús le dijo a un grupo de personas “Si no os arrepentís todos pereceréis igualmente” (Lucas. 13:1-5). En Mateo 7:20 Jesús dijo: “Por sus frutos los conoceréis”, Jesús se refería al fruto de buenas obras que provienen de arrepentimiento, Jesús añadiendo “El que hace la voluntad de Dios, Es aquel que entrará en el reino de los cielos” (Mateo.7:20,21). La Voluntad de Dios,es que ninguno perezca sino que todos procedan al arrepentimiento, (II Pedro.3:9). Jesucristo predicaba arrepentimiento. En Hechos 17:30 el apóstol Pablo en su discurso a los filósofos del Areópago en Atenas, claramente les dijo que Dios mandadaba a todos los hombres en todo lugar a que se arrepientan. El apóstol Pedro en su segunda epístola expresa con gran compasión el deseo de Dios que ninguno perezca, sino que todos se arrepientan (II Pedro. 3:9). Los apóstoles también predicaban arrepentimiento. Podemos concluir que la Palabra de Dios claramente enseña el arrepentimiento.

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